De qué forma el estrés acelera el envejecimiento ocular y acelera la aparición del glaucoma
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de California demostró que un estado de tensión permanente o sostenido en el tiempo puede tener un impacto en la salud visual y acelerar la aparición del glaucoma.
Las consecuencias que genera el estrés en la salud integral de las personas son amplias. Es que los individuos con un alto nivel de estrés tienen más riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Esto indica que es claramente un factor de riesgo más a controlar, al igual que la hipertensión arterial y el colesterol elevado.
Además, cuando una persona padece estrés de forma sostenida en el tiempo, éste impacta en el humor, el descanso, y en definitiva en la calidad de vida. Pero eso no es todo, ya que una nueva investigación de la Universidad de California demostró que tanto el estrés, como la elevación de la presión intraocular (Pio) en el ojo, hace que el tejido de la retina sufra cambios epigenéticos y transcripcionales similares a los que suceden en el envejecimiento natural.
Según explicaron los autores del trabajo, “el envejecimiento es un componente importante de la muerte de las células ganglionares de la retina en el glaucoma” y conocer más acerca de este proceso permitiría “abordar nuevas vías al diseñar nuevos tratamientos para pacientes con glaucoma”.
Los investigadores vieron cómo en el tejido retiniano joven, el estrés repetitivo induce características de envejecimiento acelerado, incluida la edad epigenética acelerada.
El envejecimiento es un proceso universal que afecta a todas las células de un organismo. En el ojo, es un factor de riesgo importante para un grupo de neuropatías llamado glaucoma. Debido al aumento del envejecimiento de la población en todo el mundo, las estimaciones actuales muestran que la cantidad de personas con glaucoma (entre 40 y 80 años) aumentará a más de 110 millones en 2040.
Dorota Skowronska-Krawczyk es profesora asistente en los Departamentos de Fisiología y Biofísica y Oftalmología y docente del Centro para la Investigación de la Visión Traslacional de la Facultad de Medicina de la Universidad de California, y opinó sobre el trabajo que fue publicado recientemente en la revista Aging Cell. Según indicó, “enfatiza la importancia del diagnóstico temprano y la prevención, así como el manejo específico de la edad de las enfermedades relacionadas con la edad, incluido el glaucoma”.
“Los cambios epigenéticos que observamos sugieren que los cambios en el nivel de cromatina se adquieren de forma acumulativa, luego de varios casos de estrés. Esto nos brinda una ventana de oportunidad para la prevención de la pérdida de la visión, siempre y cuando la enfermedad se reconozca a tiempo”, amplió la investigadora.
En los humanos, la Pio tiene un ritmo circadiano. En individuos sanos, oscila típicamente en el rango de 12 a 21 mmHg y tiende a ser más alto en aproximadamente dos tercios de los individuos durante el período nocturno. Debido a las fluctuaciones de la Pio, una sola medición de la Pio suele ser insuficiente para caracterizar la patología real y el riesgo de progresión de la enfermedad en pacientes con glaucoma.
Según se informó, la fluctuación de la Pio a largo plazo es un fuerte predictor de la progresión del glaucoma. Y este nuevo estudio sugiere que el impacto acumulativo de este comportamiento es directamente responsable del envejecimiento del tejido.
“Nuestro trabajo muestra que incluso la elevación moderada de la PIO hidrostática da como resultado la pérdida de células ganglionares de la retina y los defectos visuales correspondientes cuando se realiza en animales de edad avanzada”, señaló Skowronska-Krawczyk, quien remarcó que con su equipo seguirán trabajando “para comprender el mecanismo de los cambios acumulativos en el envejecimiento a fin de encontrar objetivos potenciales para la terapia”. “También estamos probando diferentes enfoques para prevenir el proceso de envejecimiento acelerado que resulta del estrés”, destacó.
Ahora, los investigadores tienen una nueva herramienta para estimar el impacto del estrés y el tratamiento en el estado de envejecimiento del tejido de la retina, lo que hizo posibles estos nuevos descubrimientos.
“Además de medir la disminución de la visión y algunos cambios estructurales debido al estrés y al tratamiento potencial, ahora podemos medir la edad epigenética del tejido de la retina y utilizarla para encontrar la estrategia óptima para prevenir la pérdida de la visión en el envejecimiento”, concluyó Skowronska-Krawczyk. Es que los expertos señalaron que para evaluar el impacto del estrés y saber cuándo es momento de actuar, es conveniente conocer que existen distintos tipos de estrés:
– El estrés agudo: se trata de la forma de estrés más común. Surge de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Ocurre en períodos cortos debido por lo general a una causa pasajera, como un viaje, un examen o un cambio de trabajo. En pequeñas cantidades puede ser positivo; pero en dosis más elevadas puede afectar nuestra salud al provocar dolores musculares, problemas estomacales e intestinales, sobreexcitación pasajera, dolores de cabeza y agotamiento.
– El estrés crónico: es el tipo de estrés más agotador y desgastante. Tiene lugar cuando uno no encuentra salida a un problema o situación que lo deprime. Es producto, por ejemplo, de un trabajo o carrera no deseada, problemas de dinero o un matrimonio infeliz. A diferencia del estrés agudo, éste se presenta una y otra vez de forma repetida a lo largo del tiempo. Produce desgaste físico y psicológico, que puede desencadenar en depresión, crisis nerviosa e incluso un ataque cardíaco.
Infobae