Necrológicas

– Ana Celia Douglas Dobson
– María Zenaida Wistuba Calbucoy
– Juan Manuel Levill Gómez

A 70 años de la creación de Manantiales

Viernes 16 de Diciembre del 2022
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Tal como ha ocurrido en varias semanas anteriores, escribimos esta reseña motivados por inquietudes e interrogantes que a veces nos resultan difíciles de comprender y mucho más de explicar. Detrás de todas estas elucubraciones, inevitablemente aparece la figura de nuestro padre, que en plena niñez nos contaba historias cargadas de un esfuerzo casi sobrehumano, en donde unos cuantos hombres, carentes de los recursos y de la tecnología actual, recorrían distintos puntos de la isla de Tierra del Fuego en busca de petróleo. Y aunque en nuestro hogar había libros, colecciones de revistas y abundante material fotográfico sobre la actividad en Magallanes de la Empresa Nacional del Petróleo, (Enap) los recuerdos del papá se concentraban casi siempre en un lugar cuyo nombre para nosotros parecía como de fantasía: Manantiales. 

Con el transcurrir del tiempo, observamos con preocupación el abandono y el deterioro en que se encuentran muchos de los sitios, pueblos y campamentos que la Enap tuvo en Magallanes y que alguna vez disfrutaron de una época de esplendor. Dentro de este escenario, en las últimas décadas se han producido diversas publicaciones efectuadas por jóvenes investigadores, -y empleando una terminología muy en boga en las disciplinas artísticas actualmente-, que apuntan a rescatar o recuperar el valor patrimonial de aquellos inmuebles, que en su momento formaron parte de estas localidades.

Nosotros creemos sin embargo, que la mayoría de estos trabajos bien intencionados por cierto y que nosotros respaldamos plenamente, adolecen de un contenido fundamental. Casi siempre se olvida o se omite hablar del lugar que inició la historia del petróleo en Chile. A menudo el viejo y querido Manantiales aparece, apenas citado como entrelíneas, como un anexo que hay que nombrar obligadamente. Nosotros, por el contrario, creemos que mientras se mantenga a Manantiales en el anonimato, jamás se podrá escribir la verdadera historia del petróleo en Magallanes.

La Corfo y la prospección de hidrocarburos

Si bien, con la publicación de la ley N°4.281 del 15 de febrero de 1928, el Presidente de la República, Carlos Ibáñez del Campo reservó exclusivamente para el Estado de Chile la exploración acerca de la existencia de petróleo, no fue hasta el gobierno de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941) en que se adoptó una política nacional en el diseño de un plan de prospecciones en la provincia de Magallanes.

A propósito de lo anterior, nuestro Premio Nacional de Historia Mateo Martinic Beros, nos recuerda en su libro “Historia del Petróleo en Magallanes” (1993) dos acontecimientos primordiales que garantizaron los estudios geofísicos y geológicos en la zona austral. En primer lugar, la ratificación y el respaldo hecho por el Presidente Aguirre Cerda de endosar incluso, mayores recursos a capitales privados para intensificar los sondajes en distintos puntos de la provincia. En la entrevista dispensada a bordo del petrolero Araucano, reproducida por el vespertino El Magallanes el 17 de noviembre de 1939, el Primer Mandatario señalaba:

“En la sociedad en proyecto, el Estado garantizaría un interés mínimo al capital particular, sin perjuicio, por cierto de sus legítimas expectativas de utilidades extraordinarias, en el caso de hacerse descubrimientos de fuentes petrolíferas. Si la formación de esta sociedad, que he esbozado, no encontrara acogida en los poseedores del dinero, proyecto propiciar que el Estado invierta por lo menos diez millones de pesos anuales, en la investigación de la riqueza petrolífera de Magallanes. Chile que tiene salitre, hierro, cobre y carbón, ha de poseer también petróleo. Se lo afirmo, como se dice con fe de carbonero”.

El segundo momento histórico ocurrió el 4 de enero de 1943 cuando el ahora Presidente de la República, Juan Antonio Ríos Morales, resolvió que: “El gobierno dispensará en adelante atención preferente a las exploraciones petrolíferas en todo el país, especialmente en Magallanes. Para la dirección inmediata de dichos trabajos se creará una dirección única, que orientará los trabajos”.

Mateo Martinic nos asegura en la página 101 de su texto, que aquella decisión gubernamental fue refrendada con la promulgación de los decretos supremos Nº11 de 22 de enero y Nº114 de 26 de febrero del mismo año en donde, el Ministerio de Economía encomendaba a la “Corporación de Fomento de la Producción la responsabilidad y dirección de las exploraciones petrolíferas en la provincia de Magallanes” y que se destinaban 25 millones de pesos para el financiamiento de las investigaciones.

El siguiente paso fue facilitar la llegada de técnicos estadounidenses y de profesionales de la Corfo, quienes se radicaron en Magallanes, con el objeto de hallar el ansiado petróleo. Para mayo de 1945 el ingeniero Guillermo Moore reflejaba su optimismo, como se desprendía de una declaración efectuada para la revista Vea: “En realidad, todo hace presumir que nos encontramos en la antesala de esta riqueza que se llama petróleo”.

No es de sorprender entonces, que en la madrugada del 29 de diciembre de 1945 brotara desde Springhill, en Tierra del Fuego, el primer chorro de petróleo. Horas más tarde, en Punta Arenas, el ingeniero Eduardo Simián Gallet daba cuenta a la prensa regional del histórico descubrimiento con una escueta declaración en que sintetizaba varias ideas: “El hallazgo de la madrugada de hoy permite abrigar la esperanza de que muchos yacimientos serán descubiertos y significa un triunfo que viene a coronar los esfuerzos que la Corporación de Fomento está haciendo para resolver el problema de los combustibles en Chile”.

Recurrimos a la página 18 del libro escrito por el miembro de la Academia Chilena de la Lengua y Premio Municipal de Literatura de 1996, el magallánico Silvestre Fugellie, “50 años de comunidad petrolera” y creemos que no está demás, el mencionar a los hombres que hicieron posible esta proeza: Alberto Mansilla Pérez, Francisco Vidal Mancilla, Manuel Huenchur, José Ule Antecao, Pedro Soto Gonzalí, José Paredes M. Alberto Mancilla Miranda, Juan Gunckel H., Oscar Ramos Riquelme, Eduardo Simián Gallet, Enrique Díaz Santana, Juan Saldivia S., Santiago Chodin O., Orozimbo Chodin O., Francisco Bahamondes Ulloa, Luis Beros, Teodoro Ulloa Barrientos, Carlos Mills Walker, José Oyarzún, Bernardo Morales Ruiz, Jorge Pacheco Espinosa, Daniel Ojeda O., Ricardo Thomson Hobban, James Hutt Coleman, Enrique Sgombic, Julio Morales López, Gerardo Ford, y el personal norteamericano, Lonnie Burlenson, William Morrison, Arnoldo Gaitán, Clifford Mohr, Charles Mac Neal, Clarence Alexander, Richard Young, Bug Lewis, Lee Thompson y Dick Schooler.

En lo sucesivo, la Corfo junto con reafirmar su compromiso en la prosecución de las prospecciones petroleras, emprendió con la implementación de nueva infraestructura en Tierra del Fuego facilitar el traslado del combustible a Punta Arenas, y desde la capital de la provincia hacia el resto del país. Para tal efecto, una de las primeras medidas fue construir en 1946, un muelle apropiado en Puerto Percy. Más adelante, en caleta Clarencia se habilitó un terminal para el embarque de crudo que contribuyó a su exportación, permitiendo el 17 de febrero de 1950, que se pusiera en práctica este novedoso modelo de negocios, inédito en Chile en aquel entonces, con el envío del primer cargamento de petróleo chileno con destino a Uruguay. 

En vista de los avances experimentados en materia productiva y en el esfuerzo desplegado en la superación tecnológica, el Presidente de la nación, Gabriel González Videla, continuando con la línea progresista de sus predecesores en el cargo, determinó crear oficialmente, por medio del Decreto Ley Nº9.618, publicado el 19 de junio de 1950, la Empresa Nacional del Petróleo (Enap).

Hacia la fundación del pueblo de Manantiales

Desde el primer día de 1946, en que las muestras de petróleo extraídas de Tierra del Fuego llegaron a La Moneda en Santiago, la Corfo continuó ejecutando exploraciones en las proximidades del Pozo Nº1 que en adelante, se renombró como Cerro Manantiales. Tres años más tarde, en 1949, se habían abierto alrededor de 30 nuevos pozos y comenzaba la producción en los yacimientos de Angostura, Espora, Victoria Sur, Chañarcillo, Sombrero y Victoria Norte.

A medida que la Enap descubría nuevos pozos para explotar petróleo crecía también, la demanda por contar con más mano de obra. Por ejemplo, en 1943 cuando la Corfo tomó definitivamente las riendas de las exploraciones en Magallanes, el número total de trabajadores entre empleados y obreros, sumaba 91 personas. Para 1947 aquella cifra se elevaba a más del doble; 40 empleados y 176 obreros. Para mayo de 1951, cuando Enap adoptó la decisión de construir un poblado en Cerro Manantiales, la cantidad de trabajadores había crecido considerablemente. La planta total registraba a 795 operarios, que se desglosaban en 125 empleados y 670 obreros. 

Sin duda, un hecho sumamente importante y que no ha sido estudiado en profundidad, se refiere al crecimiento vial experimentado por la región, fenómeno que guarda relación con la expansión de Enap en el territorio de Magallanes. El descubrimiento de pozos y yacimientos vino aparejado de la construcción de nuevos caminos. A fines de 1950, se estimaba que la infraestructura vial había aumentado en más de 200 kilómetros en la región. A su vez, el continuo desplazamiento de personas entre Punta Arenas y Tierra del Fuego llevó a Enap a adquirir un avión Douglas DC-3 que fue bautizado como “Manantiales”, el cual, en 1951 transportaba mensualmente, alrededor de 900 pasajeros.

En esta condición, la instalación del pueblo con su planta procesadora de gasolina era cuestión de meses. Finalmente, los trabajos se llevaron a cabo por Enap con la supervisión de la firma estadounidense Hudson Engineering Company. Se tomó el cuidado de establecer una sección de absorción, que permitía separar la gasolina natural, el propano y el butano, de los gases, de modo de tratar hasta 800 mil metros cúbicos de gas por día. Existía además, una sección compresora, que reinyectaba a los yacimientos el gas seco; además, se había creado una planta topping o unidad de destilación, donde se trataba las unidades de petróleo crudo para satisfacer la creciente demanda de bencina, petróleo diésel y kerosene en la provincia, con una capacidad máxima de 120 metros cúbicos diarios de petróleo. Por último, se habilitó una sección denominada de estabilización, que separaba del petróleo crudo los hidrocarburos más volátiles, reduciendo al mínimo la pérdida por evaporación durante el almacenamiento y el transporte, lo que significaba que se podía tratar hasta mil metros cúbicos por día. 

El 15 de julio de 1952, en el marco de la Escuela de Temporada de Invierno, el ingeniero Bernardo Grossling dictó un seminario económico sobre la historia de la explotación petrolera en Magallanes, que abarcaba el período desde que el Presidente Ibáñez promulgó la ley 4.281 en 1928 hasta el 25 de mayo de 1952, fecha en que Enap realizó un reconocimiento preliminar de la planta de Manantiales.

En la ocasión, Grossling detalló que Magallanes contaba con 51.500 Kilómetros cuadrados de superficie con posibilidades de petróleo, del cual un 20% se hallaba bajo agua. En el mismo tenor, explicó a los asistentes que sólo entre 1949 y mayo de 1952, Magallanes produjo 53.803 metros cúbicos, lo que en términos prácticos significaba que por cada metro cúbico en superficie se cubicaban 144 metros de gas disuelto. Grossling demostró además, que en las diversas faenas del petróleo operaban 1.337 trabajadores y que la actividad de extracción de hidrocarburos había generado desde 1943, más de 700 millones de pesos al desarrollo económico de Magallanes. 

La inauguración oficial de la planta de Cerro Manantiales se efectuó al mediodía del jueves 28 de agosto de 1952. En la ocasión, se contó con la presencia de autoridades civiles, eclesiásticas y militares, que viajaron a Tierra del Fuego desde Bahía Catalina en un avión Electra de la Línea Aérea Nacional y en el Douglas DC-3 “Manantiales” de la Enap. Fernando Salas Valdés, gerente general de la empresa manifestó:

“El petróleo chileno es de gran calidad y valor, pero hasta la fecha no se había podido industrializar, algo que ahora se logra con la Planta de Gasolina de Manantiales, que permitirá abastecer la demanda de combustible en la zona, como primera etapa hacia la liberación definitiva del consumo importado, ya que en 1954 quedará terminada la refinería de Concón con capacidad suficiente para satisfacer todas las necesidades nacionales de combustibles líquidos”.

En tanto, el intendente de la provincia de Magallanes, Agustín Parada Henríquez, pronunció un emotivo discurso:

“Nuestra buena fortuna, ha querido que hoy nos encontremos reunidos en plena estepa magallánica, en el corazón de Tierra del Fuego, para solemnizar con nuestra presencia el acto de inauguración, en territorio chileno, de la primera refinería de petróleo y sus derivados, que el señor gerente general de la Enap, don Fernando Salas, acaba de llevar a efecto hace algunos instantes, planta que está destinada a abastecer de combustible, además de las dependencias de la Empresa, a la población de Magallanes”.

“Este acto, que ha estado revestido de esa augusta sencillez propia de los grandes acontecimientos cívicos que de tiempo en tiempo suelen presenciar las generaciones, no ha carecido por cierto, de solemnidad, lo que no es de extrañar, puesto que creo no exagerar si afirmo enfáticamente que este hecho es uno de los más importantes verificados desde hace años en la República, y sin duda alguna el de más trascendencia de cuantos se han registrado en los fastos magallánicos desde su nacimiento a la vida civilizada”.

La obra fue bendecida por el capellán de las Fuerzas Armadas, el sacerdote Juan Gaule. La planta entró en funcionamiento con 32 personas, a cargo del ingeniero en minas, Juan Pedrals Gili, secundado por otros cuatro profesionales chilenos: los ingenieros químicos Alejandro Martí y Rodrigo Tamayo; el ingeniero eléctrico Nicolás Martínez Conde y el jefe de mantenimiento Guillermo Cabrera.

Más tarde, todos los presentes escucharon emocionados el discurso emitido por el Presidente de la República, Gabriel González Videla, por cadena radial a todo Chile, quien, luego de recordar que la planta de Cerro Manantiales costó al fisco  dos millones de dólares y 30 millones de pesos, enfatizó en los enormes beneficios que reportaría en el futuro al país, con su capacidad productiva de 25 mil litros de gasolina, 30 mil litros de bencina para motores, 25 mil litros diesel, 5 mil litros de parafina, 80 mil litros de propano y 50 mil litros de butano. Al final de su intervención, dijo:

“Es más honda e íntima esta satisfacción a causa de un deber cumplido. Lo que durante años y años, se creyó una quimera, un sueño irrealizable, es ahora realidad concreta, cierta y fecunda. Pueblo de Magallanes, os entrego esta planta condensadora de gases y productora de combustibles que abastecerán las necesidades de vuestra provincia como muestra de la gratitud de Chile entero hacia esa tierra generosa que nos dio el petróleo, y os la entrego en prenda de futuras realizaciones que vosotros merecéis y habrán de cumplir otros Mandatarios, sucesores de mi gobierno. La fecha de hoy ha señalado una etapa histórica en el proceso de recuperación económico-social de nuestra patria”.

Una nueva época empezaba.