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A 70 años de la creación de Manantiales

Martes 27 de Diciembre del 2022
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Por Víctor Hernández Godoy
Sociedad de Escritores de Magallanes

El 28 de agosto de 1972 Cerro Manantiales cumplió veinte años de labor ininterrumpida en la búsqueda y entrega de hidrocarburos. Para aquel entonces, su planta de gasolina seguía siendo el principal abastecedor de combustible que contaba Magallanes y el mayor suministrador de gas licuado que consumía el país

Parte III y final

Escribimos la última parte de esta secuencia en horas cruciales para la Región de Magallanes y Antártica Chilena. Por estos mismos días, comenzará oficialmente la primera producción de litros de e-combustible en la planta demostrativa de la compañía Highly Innovative Fuels (Hif), que marca a su vez, el inicio de la llamada industria del hidrógeno verde que utiliza el viento como principal fuente para generar energía.

No es la primera vez que Magallanes vive con tanta expectación, el anuncio que señala que con la explotación de tal o cual recurso o materia prima empieza una nueva era en el territorio. Recordemos que el gobernador Oscar Viel Toro llegó a la Patagonia en febrero de 1868 para impulsar una serie de iniciativas que en lo esencial buscaba convertir a la antigua colonia penal en un verdadero territorio de colonización. Viel fue designado por el Presidente de la República, José Joaquín Pérez Mascayano, con la misión de implementar la ley de Puerto Libre menor, decisión que vino aparejada con la apertura de la libertad de comercio, medida que estimuló y propició la inmigración, fundamentalmente desde Europa.

Imbuido de su espíritu progresista y transformador, el gobernador Viel realizó en el austro con la anuencia del Estado chileno, la creación de la Sociedad Carbonífera de Magallanes, un proyecto en que el entonces mandamás de la Colonia puso todas sus energías en su materialización. Sin embargo, la remoción de la primera autoridad regional y su reincorporación al servicio activo en la Armada Nacional, unido al hallazgo de nuevas fuentes de riqueza con la consabida promesa de un mejor desarrollo para Magallanes, llevó a abandonar parcialmente la vieja iniciativa sobre la explotación del carbón en la zona.

En este sentido, no podemos sustraernos a la experiencia de privados que originaron y consolidaron la inmensa industria de la ganadería que fue el motor de la actividad productiva en la región, por lo menos, hasta mediados del siglo XX. En 1968 la Ganadera Tierra del Fuego S.A, sucesora legítima de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego (SETF) publicó su memoria Nº75 en donde aprendemos que, luego que el Estado de Chile le concesionara al comerciante José Nogueira un millón de hectáreas en 1890, medida iniciática que permitió tres años más tarde, con la llegada de nuevos accionistas la conformación de la SETF, se pusiera en marcha el futuro mayor complejo pecuario de Sudamérica. Sólo en el período 1913-1958 la SETF entregó al fisco por concepto de rentas alrededor de 15 millones de libras esterlinas y junto con ello, después de caducar los contratos de arrendamiento, reintegró las tierras producidas al Estado, sin dejar de nombrar la entrega de alambradas, caminos y edificios, proveyendo a los nuevos adquirentes excelentes campos ganaderos con capacidad para 581.857 lanares.

Y si la industria ganadera fue la base del crecimiento regional durante la primera mitad de la pasada centuria, la explotación de los hidrocarburos, por cuenta de la Enap, lo fue durante la segunda mitad del siglo pasado. A lo largo y ancho de la región, se creó el mito del preciado oro negro como si se tratara de una riqueza eterna. Nunca se dijo que estábamos disfrutando de un recurso no renovable, pero además, y esto es lo más importante, de una energía altamente contaminante que causaba estragos irreparables al planeta.

Con todo, la industria del petróleo generó miles de puestos de trabajo, estableció nuevos pueblos y campamentos en Magallanes y Tierra del Fuego, fomentó las actividades deportivas, sociales, educativas y culturales. La Enap en su afán de encontrar hidrocarburos, creó toda una red de infraestructura en la región, que permitió conectar distintos puntos del territorio austral, hasta no hace muchos años inexplorados, haciendo posible sin proponérselo, la extensión de la soberanía nacional. En 1990, al cumplirse el aniversario 40 de la Enap, se hablaba de la incorporación de 4.212 kilómetros de caminos a la vialidad de Magallanes. Esta conclusión recuerda, al análisis hecho anteriormente, por el diario La Prensa Austral el 19 de junio de 1962, que al respecto, señalaba:

“Nos dicen las autoridades y vecinos, que gracias a los nuevos caminos, hechos por la Enap, se ha dado más vida a Porvenir, pues permiten una movilización más intensa hacia diversos puntos de la Isla, llevando mercaderías y materiales, trayendo de vuelta diversos productos. Antes llegaban hasta el puerto desde diferentes sitios, sólo dos mil fardos de lana, por vía terrestre. Los demás eran embarcados en distintas caletas. Ahora son quince mil los fardos que al año se embarcan en Porvenir con destino a Punta Arenas. Todo se debe al mejoramiento de los caminos”.

Auge y final

para un pueblo

Dijimos en las reseñas precedentes que por lo menos hasta 1960 gran parte de la actividad petrolera se realizaba en Cerro Manantiales. El surgimiento del campamento de Cullen, con su gran planta gasífera y sobretodo del pueblo de Cerro Sombrero con sus vanguardistas instalaciones y servicios, desplazaron gradualmente en importancia a Manantiales. En la memoria anual de la Enap de 1962, se consigna que la empresa contaba en total, con 3.351 trabajadores, de los cuales, 2.138 laboraban en Magallanes. En Tierra del Fuego, se había creado un plan habitacional, para que el personal de empleados y obreros viviera junto a sus familiares en los centros de trabajo. De esta manera, se calculaba que en Cerro Sombrero la población alcanzaba a 1.500 personas, en Cullen, a 1.000 y en Clarencia, Percy y Manantiales, a 150 habitantes cada uno.

Sin embargo, la importancia en la producción por parte de Manantiales no había descendido un ápice. Ese año 1962, la planta procesó 694 millones de gas en metro cúbico en su unidad de absorción y en su unidad de topping 75.700 metro cúbico de crudo, lo que significaba que con la producción de gasolina, kerosene, gas licuado y petróleo diesel emanada de este centro, se abastecía completamente a la provincia de Magallanes.

Escribimos también, que uno de los aspectos sobresalientes de Enap, fue su intensa labor educacional y cultural desplegada particularmente, en los campamentos de Tierra del Fuego y en el continente. En 1962, funcionaban ya, cuatro escuelas, con una matrícula total de 263 alumnos que se desglosaba en 166 educandos en Cerro Sombrero, 36 en Cullen, 34 en Manantiales y 27 en Percy. La enseñanza estaba a cargo de 13 preceptores, 8 de los cuales eran fiscales, 5 contratados por Enap. De todos ellos, 7 trabajaban en Cerro Sombrero, 2 en Cullen, 3 en Manantiales y 1 en Percy. En 1965 se crearon las escuelas laborales con el objetivo de impartir cursos de adiestramiento profesional en aspectos técnicos y culturales, a empleados y obreros. En abril de 1969, mediante un convenio con el ministerio de Educación, se iniciaron las clases para adultos en las escuelas de Cerro Sombrero, Cullen, Percy, Posesión y Manantiales, que comprendían programas educativos de 1º y 2º medio.

En Manantiales la escuela rural mixta Nº2 era el alma y el epicentro donde se gestaban muchas de las actividades culturales del pueblo. Para 1967 se había constituido el Centro de Padres, la Dirección del Plantel de Enseñanza y los Centros Culturales y Deportivos. Anualmente, se celebraban con gran pompa la Semana del Niño, el Día de la Madre, el Día del Maestro, y el Día de la Escuela. Se organizaban ceremonias especiales para conmemorar el 21 de mayo, día del Combate Naval de Iquique y del sitio de Punta Gruesa; como asimismo, las Fiestas Patrias y las glorias del Ejército el 18 y 19 de septiembre, respectivamente.

En la referida escuela la comunidad se organizó conformando varias instituciones societarias. Por de pronto, el 16 de mayo de 1966 se fundó la brigada de bomberos que luego de cuatro años de existencia, estaba compuesta por Leonardo González Ibarra, comandante; Guillermo Riffo González, teniente y ayudante; y los beneméritos voluntarios, Francisco Muñoz, Carlos Andrade, José Vivar, Roberto Díaz, Antonio Mayorga, Héctor Gamboa, Julio Gallardo, Jorge Arias, y Luis Llancalahuén.

El 18 de septiembre de 1967 se creó la brigada de Boys scouts de Cerro Manantiales, bajo la supervisión del Centro de Padres y de su primer comandante Ramón Durán, quien era además, encargado de bodega del campamento. En 1970, la brigada la integraban niños y niñas de cinco a diez años. Estaba compuesta por seis lobatos, tres boys scouts y tres girls guides. Tenían de comandantes a la profesora Ana Celia Díaz Guerrero y al empleado de abastecimiento de la planta, Roberto Díaz Márquez. Una característica de la brigada eran sus desfiles en Fiestas Patrias. El departamento de Bienestar de Enap les obsequió cuatro carpas de campaña para que pudieran hacer excursiones.

Durante toda su existencia (1955-1977) la escuela de Manantiales contó con un abnegado cuerpo docente. Antes de la llegada del maestro normalista Emilio Vera Romero al cargo de director en 1966, habían liderado el establecimiento Alicia Izaza Cabrera, Alicia Contesse Pinto y Carlos Garay Miranda. Posteriormente, sirvieron con Vera Romero, -quien dirigió la escuela hasta marzo de 1975-, las profesoras Erma Weisser Seguel, desde marzo a diciembre de 1966; Margarita Bahamonde Villarroel, desde el 1 de agosto de 1966 hasta diciembre de 1973; Ana Celia Díaz Guerrero, desde abril de 1967 a diciembre de 1970; Isabel del Carmen Aguilar Rojas, desde marzo de 1971 a diciembre de 1973; Morelia Isabel Díaz Valenzuela, desde marzo de 1974 a diciembre de 1975; Rosa Soto España, desde agosto de 1974 a diciembre de 1977. Por último, el director Vera Romero fue reemplazado por Alejandro Arcos Jajam, que estuvo en el cargo desde marzo de 1975 a diciembre de 1977.

El colegio tuvo un grupo folclórico llamado “Oro Negro”, que junto con animar diversas conmemoraciones en los campamentos enapinos, participó en el Encuentro Folclórico de Educación Básica celebrado en noviembre de 1974 en el Gimnasio Cubierto de Punta Arenas.

El 28 de agosto de 1972 Cerro Manantiales cumplió veinte años de labor ininterrumpida en la búsqueda y entrega de hidrocarburos. Para aquel entonces, su planta de gasolina seguía siendo el principal abastecedor de combustible que contaba Magallanes y el mayor suministrador de gas licuado que consumía el país. Estaba considerado como centro habitacional completo, con cómodas casas para empleados y obreros; poseía una escuela mixta, cine- gimnasio, una clínica de primeros auxilios, un pequeño casino y una cancha de palitroque. Tanto el pueblo como la misma planta se abastecían de agua a través de una gran napa subterránea ubicada a 300 metros de profundidad que fluía con un caudal de 700 metro cúbico diarios.

Una característica que acompañó a Manantiales hasta el final de sus días y que lo distinguió de los otros pueblos y campamentos de la Enap, fue contar con dos unidades estratégicas que aseguraban la vida y la productividad principalmente en Tierra del Fuego. En este lugar se fijó un laboratorio químico que analizaba las distintas muestras de hidrocarburos para establecer lo que hoy se entiende como control de calidad. La Enap ubicó además, por la proximidad de Manantiales con el estrecho de Magallanes y otras vías de comunicación terrestres, un frigorífico, donde se almacenaban y congelaban carnes y víveres, lo que garantizaba durante unos meses la alimentación de la población enfrentada a una situación extrema, como epidemias, catástrofes, falta de transporte, aislamiento, incluso ante la posibilidad que se desatara un conflicto bélico.

La relación entre la escuela, la comunidad petrolera y las instituciones descritas, hicieron que el servicio de mantenimiento de la planta de Manantiales estuviera cinco años sin tener accidentes que lamentar (1967-1972).

El vigésimo aniversario de Cerro Manantiales tuvo repercusión desde lo simbólico. La administración de Enap con el apoyo de la Oficina Técnica Habitacional y del departamento de Mantención y Materiales, determinó la construcción en Punta Arenas de una población con casas de 50, 55 y 70 metros de edificación, para trabajadores del petróleo con baja renta, obra que fue encomendada a la firma constructora Enrique Abello. El block recibió el nombre de Manantiales. Construida entre las calles Benjamín Dibasson, Dinamarca, Uruguay y Manantiales, su inauguración y entrega se iba a efectuar en el otoño de 1973, pero lamentablemente, las terminaciones quedaron paralizadas debido a la crisis institucional que afectó al país ese año, de modo que recién en el invierno de 1974, sus propietarios pudieron ocupar sus habitaciones.

El final

A comienzos de 1975, la revista Infórmese en su número 187 anunciaba que Manantiales no estaba en condiciones de entregar kerosene de aviación ni diesel para la Armada. Era el comienzo del fin. El diario La Prensa Austral en su edición de 6 de abril de 1978 anunciaba el cierre de la planta:

“El avance de la tecnología y el desarrollo industrial alcanzado por Enap-Magallanes, han hecho que el complejo productivo de Manantiales quede obsoleto y que la empresa petrolera se proyecte en otras importantísimas faenas, como lo es el proyecto Costa Afuera de todos conocido que permitirá entregar al país un valioso aporte económico y a la Duodécima Región, un importante incentivo para continuar en la senda del trabajo, única herramienta que, engrandece la Patria”. Al día siguiente, 7 de abril, dicho medio incorporaba una nota que en lo medular sintetizaba la historia de la planta:

“En Manantiales, ex Springhill, a las 2 horas del 29 de diciembre del año 1945 el equipo a cargo del ingeniero Eduardo Simián descubrió petróleo en la Patagonia. Años después comenzó el montaje de la planta Manantiales que quedó definitivamente terminada y entró en servicio el año 1952. Durante casi 26 años de trabajo produjo 620.000 metros cúbicos de propano y 460.000 metros cúbicos de butano, además de gas comercial, kerosene, diesel y otros productos”.

El cierre definitivo aconteció el sábado 8 de abril de 1978. Se realizó una ceremonia de despedida con presencia de algunas autoridades. El poeta y profesor Marino Muñoz Lagos, en su columna de martes 11 de abril hizo una sentida semblanza de Manantiales:

“El petróleo está haciendo lo suyo en estas orillas meridionales. Cuando el corazón de la tierra se agota y la técnica requiere de otros medios, los pueblos se dejan a la intemperie, ovillados en sus recuerdos de los hombres que allí vivieron, que allí levantaron sus casas y sus sueños, que allí amaron y vieron crecer a sus hijos”.

Después de hacer una analogía con la realidad de los pueblos y campamentos abandonados en la pampa salitrera, Muñoz Lagos rememoró distintos pasajes en que la escuela parecía ser el alma del pueblo:

“No volveremos a la escuelita de Manantiales del brazo de Pancho Coloane y de Juvencio Valle para contarles sueños, leyendas y poemas a sus niños inolvidables y silenciosos. Pancho en eras de viejas historias, refloreciendo la existencia del formidable indio patagón a la caza de los veloces guanacos de un tiempo también desaparecido. Ni Juvencio recitará las musicales cuartetas donde el bosque, los pájaros y los animales cobran animación propia”.

Finaliza su intervención con esta metáfora:

“No. El tiempo todo lo borra. Como en el destino de los hombres, Manantiales también se va. Con él se va el recuerdo de algunos amigos y el paisaje duro y hermoso de su tierra, suspendida del cielo como una lágrima”.