Indignación futbolística y nuevas masculinidades
Sintia Orellana Yévenes
Abogada – Master en Derecho de Género. Directora de Género, equidad y diversidad Universidad de Magallanes
La Copa Mundial de Fútbol o simplemente “el mundial”, es el principal torneo de fútbol masculino del mundo. Cinco mil millones de personas, en su mayoría hombres, han visto el mundial de Catar 2022, el cual terminó el pasado 18 de diciembre resultando campeón Argentina. En lo personal, pude ver hombres indignados cuando sus selecciones perdían un partido de fútbol, angustiados por el futuro de su equipo y esto me llevó a reflexionar acerca de esta indignación, la cual es definida en diccionario de Oxford Languages “como un sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial” y me atrevería a asegurar que jamás veremos hombres más indignados que en época mundialera. A raíz de ello, las preguntas que surgieron en mí son múltiples, como por ejemplo ¿por qué los hombres no se indignan de la misma forma cuando ven las cifras de femicidios?, ¿por qué no se indignan al saber de casos de violencia sexual, física, psicológica contra mujeres y niñas de la misma manera?, ¿qué está pasando que los hombres sienten como un problema de las mujeres la violencia de género?,¿ la sienten como algo ajeno a ellos, provocado por otros hombres” que nunca tienen ningún tipo de vinculación con ellos? No son sus amigos ni sus conocidos, siempre son “otros”, por lo cual toman palco frente a las vulneraciones de DD.HH. en contra de mujeres y niñas. La idea de esta columna no es criticarlos, sino más bien, hacerles un llamado, a ustedes hombres, a salir del palco y entrar a la acción, ya que prevenir la violencia de género es asunto de todas y especialmente de todos.
Recientemente el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género lanzó su campaña #SiEsMiProblema, poniendo énfasis en que todas y todos podemos hacer algo para detener y contribuir a erradicar la violencia de género, incluso desde los actos más pequeños, haciendo un claro llamado a no lavarse las manos frente a la violencia contra las mujeres y niñas y recordándonos que no se trata de un asunto privado, sino que cuando se vulneran los derechos e integridad de una mujer, todas las personas estamos en riesgo. El llamado es claro, Hombres, no pueden lavarse las manos con un problema social que afecta a más de la mitad de la población. Necesitamos que se indignen frente a las cifras de violencia; necesitamos que cuestionen a otros hombres mientras comparten imágenes de mujeres y niñas sexualizadas por WhatsAPP; que cuestionen e interpelen a otros hombres que abandonan a sus hijos, que maltratan a sus parejas y que no pagan la pensión alimenticia; que den un paso más allá y cuestionen los mandatos de la masculinidad hegemónica, es decir, de aquella idea dominante de cómo tiene que ser y comportarse un hombre en la sociedad. Esa idea que dice que tienen que ser violentos, que la única emoción que pueden validar es la rabia. Esos mandatos que les dicen que deben ser infieles para ser más “machos” y que los pone en una situación de privilegio sobre las mujeres. Solo si ustedes se cuestionan y realizan un trabajo de deconstrucción con cosas tan sencillas como expresando sus sentimientos, cuidando de los y las demás, realizando tareas domésticas y principalmente cuestionando sus acciones violentas y las de sus amigos y conocidos, es que podremos terminar con las conductas violentas hacia las mujeres y construir una sociedad más igualitaria y equitativa. Tal como señala el Doctor Benno de Keijzer: “Los hombres han sido socializados a ser personas peligrosas para las mujeres, para los niños/as y para sí y otros hombres”. Lo que nos obliga a reflexionar respecto de cómo se comprende la masculinidad y que tipo de hombres quieren ser.