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A 44 años de la crisis

La Región de Magallanes en el conflicto del Beagle

Miércoles 11 de Enero del 2023

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Por Francisco Sánchez Urra
Historiador

Los vuelos nocturnos continuaban transportando soldados y bastimentos a la zona austral, los que eran trasladados en camiones aportados por los civiles, directamente desde el aeropuerto a sus zonas de empleo, acción fundamental tomando en cuenta la carencia de recursos

La Región de Magallanes sería el escenario principal aunque no el único en las operaciones bélicas. A medida que transcurría el año de 1978, la guerra parecía aproximarse a pasos agigantados, exaltada por las autoridades castrenses argentinas que iniciaron una preparación psicológica de la población civil. Entre ellas, se destaca el almirante Emilio Massera, quien luego de una gira de 20 días por Europa, señaló a la prensa a su arribo a Buenos Aires: “Tengo la convicción que las Fuerzas Armadas y el pueblo entero están conscientes de lo que significa la defensa de nuestra soberanía. Aunque unos grupos quieran negociar lo no negociable, incluso negociar con quien no quiere negociar”, esto sintetizaba la postura de los denominados “duros” o “halcones”, entre ellos los generales Carlos Mason, Luciano Menéndez, quienes insistían “dialogar con Chile era perder el tiempo y que el único camino era hacer uso de las armas”.

Despliegue de tropas

Con total sigilo se estableció un dispositivo que, con limitaciones, estaba enlazado a través de redes de telecomunicaciones, basados en algunos casos en medios telefónicos, reservándose las radios al máximo para no delatar los sitios en que se ubicaban los cuarteles generales, puestos de mando y de combate. Los servicios logísticos trabajaban al máximo de su capacidad para mantener la operacionalidad del material y atender a las tropas desplegadas en el extenso terreno.

Diversos estancieros cedieron sus campos para la instalación de campos minados y vieron sus tierras ocupadas por tropas, cooperando en diversos casos con alimentación de los soldados y vieron paulatinamente transformarse sus galpones en polvorines y en instalaciones logísticas desde las cuales salían todas las noches las columnas de acarreo que transportaban suministros hacia las líneas más adelantadas.

Tensión en la frontera

En julio de 1978 se veía un clima bélico en ambos lados de la frontera. En Argentina se hacían ejercicios de oscurecimiento en las ciudades y fueron expulsados dos mil cuatrocientos treinta y ocho chilenos. El procedimiento para ello era muy sencillo, citándolos por parte de las autoridades policiales y se les requerían sus documentos de identidad y residencia, los cuales eran retirados para ser comprobados, citándolos nuevamente y al no poseer documentación, la misma que les había sido retenida, se les recluía y subsecuentemente eran expulsados. Para Puerto Natales esto sería extremadamente significativo dada la dependencia económica de parte importante de sus habitantes que trabajaban en la Mina de Río Turbio y que fueron despedidos en masa durante los meses críticos del conflicto.

Muchos de ellos, contribuyeron con las autoridades chilenas, entregando información sobre el movimiento de unidades, puntos de concentración de tropas y estado de los caminos, lo que permitía a la inteligencia militar complementar sus antecedentes.

Comienza la organización
junto a la población

El gobernador de Magallanes, coronel Carlos Soto Pelizzari, organizó la zona de comunicaciones, emitiendo instructivos ante un inminente ataque. Se recomendó a la población construir refugios antiaéreos en los patios de sus hogares, en los que se debía hacer acopio de agua envasada, velas y comida; se designaron los subterráneos de los edificios existentes, distribuyéndose por sectores. Los hospitales fueron preparados y se asignaron ciertos colegios como lugares para recibir heridos. Se coordinaron las sirenas de bomberos para alertar a la población.

El 4 de octubre, Argentina convocó públicamente a sus reservistas bajo el slogan “soberanía nacional, prioridad número uno”. El día 10, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea boliviana, general José Antonio Sempertegui declaraba que las Fuerzas Armadas de ese país estaban en “alerta ante cualquier eventualidad”. En los primeros días de noviembre, las tropas chilenas y bolivianas se encontraban frente a frente, separadas solamente por el río Cosapilla. Quedaba claro que de haber guerra, ésta no sería solamente contra los argentinos, la hipótesis vecinal 3 tomaba fuerza con diferentes acciones y declaraciones públicas, más aun después de la llegada de diverso material bélico para Argentina vía El Callao.

Los vuelos nocturnos continuaban transportando soldados y bastimentos a la zona austral, los que eran trasladados en camiones aportados por los civiles, directamente desde el aeropuerto a sus zonas de empleo, acción fundamental tomando en cuenta la carencia de recursos.

Isla Grande de Tierra
del Fuego

En isla Grande de Tierra del Fuego la situación era similar. El Regimiento Caupolicán se desplegó cubriendo la zona de Tres Arroyos, Río Chico y Río Grande, desde el camino internacional hacia el sur. El sector norte fue ocupado por las tropas del Regimiento Chacabuco proveniente de Concepción. En octubre arribó junto a otras tropas el Regimiento de Artillería Silva Renard, al igual que el transporte marítimo con parte del Regimiento de Infantería Andalién.

Las fuerzas fueron a su vez completadas con la movilización de más de mil carabineros provenientes de la Escuela de Suboficiales y otras unidades manteniendo además reforzadas sus dotaciones en los retenes fronterizos. Las academias de Guerra y Politécnica, así como las escuelas de armas, cumplieron los planes de destinaciones de emergencia, para completar los cuadros de oficiales necesarios en los cuarteles generales y el mando de las unidades de combate.

El difícil desafío logístico

Chile había vaciado sus arsenales para enfrentar la contingencia, en Punta Arenas, ante la inminencia del conflicto, el general Nilo Floody recibió de parte del comandante en jefe del Ejército, capitán general Augusto Pinochet, la siguiente misión de guerra: “Ante agresión de fuerzas argentinas defenderá su zona jurisdiccional combatiendo hasta el último hombre”.

Hacia diciembre de 1978, la componente terrestre de la Región Militar Austral tenía desplegados en sus puestos de frontera a más de 18 mil hombres. La gran mayoría de ellos, permanecieron meses en las trincheras, relevándose ocasionalmente  sólo a los de primera línea, quienes eran reemplazados por otras unidades que se encontraban más hacia la profundidad del dispositivo, debido al alto desgaste físico y psicológico que su condición acarreaba.

A partir de mediados de ese mes, los pilotos de combate de la componente aérea hacían turno a bordo de sus aviones, listos para despegar día y noche.

Reunión con la comunidad

El comandante en jefe de la Región Militar Austral, general de división Nilo Floody Buxton se reunió con la ciudadanía el día 13 de diciembre para explicar la realidad de la situación que se vivía. Fue el momento culminante de la toma de conciencia por parte de la civilidad en cuanto a la inminencia del conflicto y en ese momento quedó demostrado el carácter del magallánico; sin histeria ni manifestaciones patrioteras, los magallánicos asumieron estoicamente lo que el destino les deparaba.  Ninguno abandonó la región, continuando en sus actividades día a día y cooperando cada uno en la medida de sus capacidades con las autoridades militares.

El 18 de diciembre, Argentina en forma unilateral ordenó el cierre de las fronteras.  Ese mismo día asumió el mando de la V División el general Carol Lopicich, con ello el general Floody se concentraba en el mando conjunto de las fuerzas.

La Escuadra Nacional en sus fondeaderos secretos esperaba el inicio de las hostilidades, la Infantería de Marina apostada hace meses esperaba en las diferentes zonas insulares habiendo establecido una fuerte defensa, especialmente en las denominadas “Islas del Martillo” objetivo estratégico para Argentina.

La Región de Magallanes sin lugar a dudas era el centro de gravedad del conflicto. Las fuerzas argentinas se apostaban en diferentes sectores de la frontera y esperaban el inicio del “Operativo soberanía”, la gran ofensiva argentina.