Testigo privilegiado de la historia antártica y de Magallanes de los últimos cincuenta años
El lunes 23 de enero, el Club de la Unión recibió al profesor, investigador y especialista en geografía histórica de las regiones polares, el británico Robert Keith Headland, un amigo por casi cincuenta años de esta zona, que visita desde mediados de los ‘70. La conferencia, realizada en conjunto con la Universidad Autónoma, representada por Jorge Guzmán, contó con la participación de representantes de las tres ramas de las Fuerzas Armadas presentes en el territorio antártico.
Con sencillez y simpatía, y sin dejar de lado ese carácter tan británico de nunca perder la calma, este máster y doctor de la Universidad de Cambridge, nacido en Londres en 1941, presentó un resumen de la presencia humana en la Antártica, con las particularidades de las expediciones. “Como andaba de visita, fue una buena oportunidad y además, para ver a los amigos. Es importante para abordar varios temas de la historia geológica y contar mi experiencia, del pasado hasta ahora, haciendo una comparación con el Polo Norte, que si bien es más pequeño, hay que considerarlos a ambos”.
En su currículum destaca su trabajo de director entre 1985 y 2014 del Polar Museum de la University of Cambridge, donde también fue curador. Asimismo, ha sido profesor asociado de diversas universidades europeas, norteamericanas, australianas y neozelandesas. Es autor de libros y artículos, entre los que sobresale “Chronological Lists of Antarctic Expeditions”, ha sido condecorado con la “Estrella Polar” de Reino Unido y finalmente, fue jefe del destacamento científico del British Antarctic Survey y “alcalde” de las islas Georgia del Sur en abril de 1982, cuando se produjo la Guerra de Malvinas.
“He venido varias veces, la primera en 1974, después en 1977 y de forma alternada cada cinco años. Ultimamente he venido en buques turísticos donde doy clases de Historia y Geografía y mi máster tiene que ver con historia geográfica antártica. He visto muchos cambios y yo también he cambiado. La parte central de Punta Arenas y los viejos edificios los he admirado siempre y eso se mantiene, es una ciudad con mucha historia. Hay edificios que ya no están, como el Club Inglés, pero algunas cosas vienen y se van. Siempre una caminata me recuerda cosas, en inglés se dice ‘caminata por la calle de los recuerdos’, expresa sobre sus reencuentros con esta ciudad que tantas veces ha recorrido.
En la Antártica, ha pasado además de las bases chilenas, por el British Antarctic Survey ha estado en bases australianas, neocelandesas, de Estados Unidos, al otro lado “y he recorrido muchas de las islas también. En los comienzos tuve que ver con las islas Georgias del Sur, las Shetland. He visitado 19 de estas pequeñas islas”.
Estima que ha habido una mayor conexión entre Punta Arenas y el continente blanco, que “he visto cambiar mucho por la destrucción de los glaciares, su reducción, especialmente en la isla Rey Jorge, donde más he estado. En 1977 recuerdo que era impresionante, las medidas exactas científicas son tremendas y tenemos información importante de cómo se ven esos datos a lo largo de los años, por el trabajo de la British Antarctic Service y el Instituto Chileno Antártico”, resaltó.
Respecto de la contribución de Chile a la paz en la Antártica, Robert Headland, manifestó que “a lo largo de las distintas épocas, Chile ha tenido algunos involucramientos y Magallanes es el mejor ejemplo. Chile fue uno de los países fundadores del Tratado Antártico, similar a un tratado en el hemisferio norte, más pequeño y por mucho tiempo han tenido una relación cooperativa”. Y a nivel global, el Tratado Antártico “desde 1959 ha funcionado muy bien, ha habido problemas en el resto del mundo, y de hecho Rusia y Ucrania son miembros. Hace cuarenta años estaba el conflicto entre Inglaterra y Argentina y el Tratado Antártico mantuvo afuera estos problemas. El tratado es muy simple en sus artículos, funciona bien y ahora tiene miembros con más del 80% de la población y la regla para todos es que si está roto, no lo arregles”.
Ahora recorre los mares en buques de turismo, una actividad que ya está presente de manera permanente en la Antártica, con cruceros llenos de visitantes de todo el mundo. Algo que cuestionan quienes quieren preservar esta zona con su carácter prístino y que al menos hasta ahora, no ha sufrido considerablemente con la presencia humana cada vez mayor. Headland conoció el continente blanco cuando realmente era una aventura a un mundo desconocido, donde el riesgo de no regresar era mucho mayor. Al respecto, el investigador opina que “es razonable este desarrollo, pero bajo control. Este año es excepcional, el número de barcos es mucho, pero el mundo está aún muy afectado por el Covid, así que creo que puede que haya muchos, pero puede ser solamente este año”. Sobre cómo puede afectar tanta presencia humana “el número de gente se mide por horas y el grupo más grande de personas son turistas, y en las estaciones puede que haya una docena de personas por un año completo, y cuando mides el tiempo que gastan versus el de los turistas, contra el tiempo humano en general, la presencia de turistas es poco más de un 1%, este año podría ser 2%, pero porque es un año especial”.
Consultado sobre cómo se puede inculcar en las nuevas generaciones, especialmente a los niños, la importancia de la Antártica y su preservación, Robert Headland apunta que “eso es algo bueno de los cruceros, porque la gente puede verlo y hablar sobre ello. Los libros, radios, televisión entregan información, pero las personas ahora pueden tener la experiencia y transmitirla, para que los niños puedan entenderla de mejor manera y es mucho más fuerte”.