Un tiempo de cambios para vivir mejor
Luego de la pausa del mes de febrero en estas columnas dominicales, quisiera invitarlos a que miremos nuestro presente como un tiempo de cambios para vivir mejor.
Cuando la vida de alguien crece y se desarrolla es porque esa persona va acogiendo los cambios que vive al ir buscando algo nuevo y mejor. Por una parte, siempre somos la misma persona, pero, por otra parte, nadie es igual que hace uno o cinco años. Eso que llamamos “la realidad” va cambiando, y las personas vamos cambiando y adaptándonos, lo mejor posible, a las nuevas situaciones que nos toca vivir. La capacidad de hacer cambios en la propia vida es un signo de madurez.
En la vida de cada persona hay cambios que uno desearía hacer: cambios en la manera de relacionarse con los demás, cambios en la valoración de las personas y de las cosas, cambios en el modo de ocupar el tiempo, cambios en la manera de usar el dinero, cambios en el cuidado de la propia salud… En fin, cada uno de nosotros desearía hacer un montón de cambios tendientes a mejorar la propia vida.
Además, todos somos más o menos conscientes de actitudes o modos de enfrentar algunas situaciones que no quisiéramos repetir en nuestra vida. Nos damos cuenta que esos son los cambios de lo que debemos corregir, tanto para nuestro bien como para el bien de los demás. Estos cambios correctivos son porque, en el fondo, queremos ser mejores personas y no andar echándole a perder la vida a otros. Quizás, ser más veraces y transparentes, quizás ser más honestos y sinceros, quizás ser más responsables en nuestros deberes y ocupaciones, quizás ser menos orgullosos y saber pedir disculpas a quien se las debemos, quizás reconciliarnos con quien las relaciones están heridas. También aquí sería larga la lista que cada uno puede hacer de lo que necesitamos corregir y cambiar en nuestra vida.
Otros cambios tienen que ver con los proyectos que cada uno está por iniciar y que implican situaciones nuevas en la vida: traslados, inicio de una carrera de estudios, cambio de trabajo, una relación afectiva, nuevos negocios, etc…
Los cambios son parte de la dinámica de la vida y en ellos ponemos muchas de nuestras esperanzas de algo nuevo y mejor. Por eso es inhumana la persona que dice “yo no voy a cambiar en nada”. Quien piensa y actúa así se está negando a crecer como persona y a vivir de modo responsable consigo mismo y con los demás.
Para los católicos, este tiempo que estamos viviendo acentúa fuertemente la invitación al cambio. Hace diez días, con el llamado “Miércoles de Cenizas”, iniciamos el tiempo de Cuaresma, que es un tiempo de cuarenta días en preparación para la celebración de la Pascua de Jesucristo -su muerte y resurrección- en la llamada “Semana Santa”.
Este tiempo de Cuaresma es un tiempo de cambios, es un tiempo de conversión; es decir, es una ocasión propicia para verificar si nuestro estilo de vida y nuestros proyectos corresponden con el plan de Dios para nuestra vida y nuestro mundo. Se trata de una verificación sólo es posible si tenemos el coraje de ponernos ante Dios y su Palabra y, al hacerlo, siempre nos llama a cambios en nuestra vida.
La apertura a los cambios, la búsqueda de algo nuevo y mejor para la propia vida y para los demás, es un camino que está siempre animado por la esperanza de un tiempo nuevo. La conversión cristiana en este tiempo fuerte de Cuaresma está siempre animada por la presencia del Espíritu del Señor Jesús Resucitado, el cual viene a ponernos en el camino de la novedad de la Pascua.
También, un tiempo de cambios nos permite renovar las convicciones fundamentales que animan la propia vida, que en la fe de los cristianos significa que “nada ni nadie nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús”. Entonces, un tiempo de cambios es, también, el momento de vivir desde las certezas más hondas que sostienen la propia vida, pues sólo desde allí es posible mirar hacia adelante con esperanza y trabajar con pasión por hacer brotar algo que sea nuevo y mejor.
El tiempo que vivimos es una invitación al cambio, a buscar y elegir los modos mejores para vivir, trabajar y relacionarse en el año que comienza. Para los católicos y para todas las personas de buena voluntad, la Cuaresma es un tiempo de cambios para ir sintonizando nuestra vida con el proyecto que Dios nos invita a vivir, que aprendamos a ser felices en el seguimiento del Señor Jesús.