¿Qué es el deterioro cognitivo leve?
Uno de los grandes temores al momento de envejecer guarda relación con la pérdida de la capacidad cognitiva. Nuestro cuerpo y su funcionamiento pueden envejecer y podemos aceptarlo y sobrellevarlo medianamente. Pero cada vez que olvidamos algo o nos cuesta recordar cosas que son importantes en ese momento, la sombra de un deterioro cognitivo se hace ominosa y patente. Sentimos temor de que este deterioro ya se haya estructurado y eso nos complica.
En la medida que envejecemos o nos deterioramos nos percatamos de que ya no somos tan vitales. El cuerpo o la mente no responden tan ágilmente como en nuestra juventud. La idea funesta del deterioro nos asusta y es motivo frecuente de consultas tales como: Tengo o padezco de olvidos frecuentes. No sé dónde dejé algo, busco algo y no lo encuentro. ¿Es normal? ¿Me estoy demenciando? ¿Es Alzheimer lo que tengo?
Son cuestionamientos frecuentes en los mayores cuando han vivido estas situaciones. Muchas veces auto planteadas y pocas veces consultadas en los controles médicos. Se sufre. Se viven situaciones de angustia y no se busca respuesta. Por el contrario, es más la queja familiar la que se plantea en consultas médicas: está muy desmemoriado/a. Se olvida de todo. Le cuesta expresar lo que quiere decir.
La transición entre un envejecimiento normal, en el que la velocidad de respuesta de nuestro organismo es más lenta que en edades jóvenes es habitual y en parte esperable.
¿Dónde está la delgada línea entre lo esperable y lo que no? El deterioro se inicia con una entidad conocida como Deterioro Cognitivo Leve. Es posible que quienes lo padecen sean conscientes de que han perdido parte de su capacidad de memoria o mental. Quizás los familiares y amigos también noten estos cambios. Sin embargo, estos cambios no son tan malos como para que afecten la vida diaria ni las actividades habituales.
El deterioro cognitivo leve puede aumentar el riesgo de demencia por la enfermedad de Alzheimer u otro trastorno cerebral. Pero es posible que algunas personas con deterioro cognitivo leve nunca empeoren.
El cerebro, al igual que el resto del organismo, cambia con la edad. Muchas personas notan que se vuelven más olvidadizas a medida que envejecen. Pueden tardar más en pensar en una palabra o recordar el nombre de una persona. Pero lo cierto es que se asocia al Deterioro Cognitivo Leve en los siguientes casos: Tiene olvidos más frecuentes que lo habitual. Olvida acudir a citas o a eventos sociales. Pierde el hilo de los pensamientos. No puede seguir la trama de un libro o una película. Tiene dificultad para seguir una conversación. Le resulta difícil tomar decisiones, terminar una tarea o seguir instrucciones. Empieza a tener problemas para orientarte en lugares que conocía bien. Su capacidad de juicio comienza a fallar.
La familia y amistades deberían notar cualquiera de estos cambios, porque no basta con olvidar algo sino que esto repercute en su desempeño habitual. Esa es la gran diferencia que más frecuentemente es detectada por los más cercanos al adulto mayor.
Si bien no existe una causal única del deterioro cognitivo leve, es posible que pueda no ser la enfermedad de Alzheimer de inicio temprano. Los síntomas del deterioro cognitivo leve pueden mantenerse estables durante años o progresar hasta la demencia por enfermedad de Alzheimer u otro tipo de demencia. De allí la importancia de diagnosticar y seguir su evolución.
También es importante la forma en cómo actuar con ese mayor. Hay que trabajar activamente con él y su familia para disminuir los impactos de este deterioro en su calidad de vida. Para ello hay estrategias de estimulación neurocognitivas que deben desarrollarse, que deben ser monitoreadas y supervisadas por parte de la familia y el equipo de salud. No es el momento de dejarlos solos. Es el momento de actuar en conjunto desde lo social a lo clínico y viceversa. Es un momento importante.
En los centros de salud existen y se ejecutan exámenes preventivos para mayores. Donde se mide periódicamente no sólo los aspectos clínicos sino también se evalúa el grado de impacto del envejecimiento en las actividades de la vida diaria y cómo son los desempeños en distintos ámbitos de ese mayor. Por eso, es importante que los mayores estén periódicamente evaluándose. Eso construye un perfil evolutivo que permite pesquisar precozmente esta situación clínica y comenzar a actuar tempranamente.
Es decir como adulto mayor o como familia no solamente hay que quedarse en la queja o en evidenciarlo. Si existe esta percepción, debe acudirse a los equipos de salud donde se encuentran inscritos para evaluarse y actuar según lo que se evidencie. El trabajo debe ser preventivo o activo para contrarrestar el impacto.
La tarea es mantener activos en su vida diaria y desempeños a los mayores. Mantenerlos participativos en sus comunidades y entornos diarios es la consigna. Las herramientas están disponibles. Hay que usarlas. No basta con quejarse, hay que actuar con y para ellos.
Una tarea más para nuestras comunidades que interactúan con los mayores. Una tarea para quienes somos parte de su entorno.