Necrológicas
  • José Albino Ruiz Ruiz

El aviador y escritor Diego Barros Ortiz

Martes 21 de Marzo del 2023

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Víctor Hernández
Sociedad de Escritores  de Magallanes

“Influenciado por las hazañas de Antoine de Saint Exupéry y de Jean Mermoz, Diego Barros Ortiz se convirtió en uno de los pilotos habituales que hacían el correo aéreo hasta Arica. En varias ocasiones, su vida estuvo en peligro; en otras, vio caer heridos de muerte a sus compañeros de bandada”

“Uno de los hombres que desde un principio acompañó a Merino Benítez en su gran sueño fue Diego Barros Ortiz, quien, además, de aviador militar, fue un reconocido literato, escritor de libros de poemas, volúmenes de cuentos y novelas; pero también, un celebrado compositor musical, autor de recordadas canciones folclóricas”

Reconocemos ante nuestros lectores, que hacemos esta semblanza porque en los próximos días conmemoramos el primer año del fallecimiento de uno de los escritores más significativos de la literatura regional del último tiempo, como fue el narrador Eugenio Mimica Barassi, miembro estudioso de varias instituciones culturales, entre ellas, la Sociedad de Escritores de Magallanes y la Academia Chilena de la Lengua. Pero también, redactamos estas líneas porque se aproxima un nuevo aniversario de la Fuerza Aérea de Chile (Fach), que como sabemos, se originó pocos días después del accidente que casi costó la vida de Arturo Merino Benítez, en las gélidas aguas del estrecho de Magallanes.

Con respecto a Eugenio Mimica podemos decir que emprendió sorpresivamente el vuelo en el mes que denominamos del aire o de la aviación. En varias ocasiones hemos escrito sobre el vínculo histórico de este período del año con esta rama de nuestras Fuerzas Armadas. Recordemos que un 5 de marzo de 1929, después de establecer varios ramales con sus pistas de aterrizaje, Arturo Merino Benítez y un puñado de hombres inauguraban la línea aeropostal Santiago-Arica, bautismo de fuego de la Línea Aérea Nacional (Lan).

Un año más tarde, el propio Merino Benítez con algunos de sus discípulos, iniciaban la construcción de la temible ruta del sur chileno, que implicó, crear primero, una línea aérea que cubriera el tramo Santiago-Puerto Montt, paso previo para realizar una de las proezas aeronáuticas consideradas más difíciles de lograr por la mayoría de los aviadores en el mundo: unir por los cielos sobrevolando los canales australes, las localidades de Puerto Montt con Magallanes. Aquella meta fue alcanzada el 27 de enero de 1930.

Como dijimos, un imponderable quiso que el comodoro Merino Benítez sobreviviera al trágico accidente ocurrido en Agua Fresca en el estrecho de Magallanes, un 7 de febrero de ese año 30. Lo que no sabemos con certeza es, en qué momento de su estadía en Punta Arenas el más grande de los aviadores nacionales recibió un telegrama del Presidente Carlos Ibáñez del Campo donde le instaba a retornar a Santiago para dar vida al proyecto por el cual había comprometido su vida como militar, la de separar el arma aérea del Ejército y de la Armada para crear una institución independiente.

De esta manera, un 21 de marzo de 1930 nacía por medio del Decreto Supremo Nº1.167 la Fuerza Aérea Nacional (Fan). Chile se convertía en el cuarto país en el mundo, después de Inglaterra, Francia e Italia, en crear exclusivamente, una institución militar para custodiar su espacio aéreo.

Uno de los hombres que desde un principio acompañó a Merino Benítez en su gran sueño fue Diego Barros Ortiz (1908-1990) quien, además, de aviador militar, fue un reconocido literato, escritor de libros de poemas, volúmenes de cuentos y novelas; pero también, un celebrado compositor musical, autor de recordadas canciones folclóricas. Precisamente, hace exactamente una década, los Cuadernos de la Academia Chilena de la Lengua publicaban uno de los más valiosos e ignorados trabajos de investigación de Eugenio Mimica Barassi, su monografía sobre este caballero del aire. 

Precursores en la Patagonia

Cuando se produjo la venida al austro con Arturo Merino Benítez, nadie ignoraba que comenzaba una nueva época en las comunicaciones aéreas en la Patagonia chilena, que tras una decisión del Presidente Ibáñez se había dividido en dos inmensos territorios elevados por iniciativa gubernamental a la calidad de provincias.

Como dijimos anteriormente, para concretar la aventura de conquistar los cielos australes, Merino Benítez fue acompañado por unos cuantos pilotos, entre los que se hallaba un joven de veintidós años, nacido el 2 de marzo de 1908 en Viena, la antigua capital del imperio austrohúngaro, hijo de padres chilenos, el adicto militar Tobías Barros Merino y la dama Julia Ortiz García. La familia retornó a Chile en 1912, de modo que Diego Barros Ortiz pudo cursar todos sus estudios primarios y las humanidades en nuestro país. Del Instituto Nacional y del Internado Barros Arana pasó a realizar el servicio militar en el Regimiento Tacna y de allí ingresó a la Escuela Militar, alcanzando el grado de oficial de artillería en 1928.

El año siguiente, está marcado por su ingreso al servicio aéreo del Ejército, preludio de lo que ocurrirá meses más tarde. Influenciado por las hazañas de Antoine de Saint Exupéry y de Jean Mermoz, Diego Barros Ortiz se convirtió en uno de los pilotos habituales que hacían el correo aéreo hasta Arica. En varias ocasiones, su vida estuvo en peligro; en otras, vio caer heridos de muerte a sus compañeros de bandada, como aconteció con su amigo Carlos Schell Gubert, un hecho que inspiró su famosa composición “Camaradas”, musicalizada por Angel Cerutti, que se transformó en el himno oficial de la naciente Fach, el cual fue estrenado con motivo de la inauguración del casino del Club Aéreo de Chile, en Santiago, el 28 de septiembre de 1930, ante varios invitados de honor, entre ellos, el presidente de la República, Carlos Ibáñez del Campo y otras autoridades civiles y militares. Al final de aquella jornada y según lo consigna Norberto Traub Gainsborg, director del Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile, los asistentes hicieron declamar el texto a Diego Barros Ortiz, que reveló su condición de eximio poeta.

La verdad es que el acercamiento de Barros Ortiz con la literatura se remonta a su etapa como adolescente cuando escribió el poema “Don Diego de Calatrava”, que de acuerdo con la versión entregada por Carlos Castro Sauritain en el completo estudio “Diego Barros Ortiz, Aviador y Poeta” (2000) se encuentra extraviado, pero es el antecedente previo que debemos tener en cuenta para comprender la publicación de su primer poemario titulado “Sombras de alas” en 1931.

Por aquel entonces, el comodoro Arturo Merino Benítez había emprendido su ambicioso plan de consolidar un contingente militar aéreo permanente en la Patagonia, cuyo primer paso consistió en la creación de la escuadrilla de anfibios Nº2 en Punta Arenas, el 16 de diciembre de 1930. El éxito de la iniciativa original dependía de la fundación de una radio estación en Puerto Edén, que permitiría abastecer de combustible a los hidroaviones, para que, a continuación, un grupo se internara hacia Magallanes y el restante a la zona de Aysén.

En este último grupo destacó Diego Barros Ortiz. En abril de 1974, el poeta y aviador concedió una entrevista al periodista de la revista Ercilla Hernán Millas, reproducida el 2008 en las Actas del III Seminario “Un encuentro con nuestra historia”, en donde explicaba: “Me tocó iniciar la ruta hacia Magallanes. Volé por todos los canales. Fui el primero que aterrizó en Balmaceda. De allí que viví cerca de todos aquellos colonos pioneros”. Más adelante, en la misma nota hace ver un hecho fundamental para entender la identidad cultural del habitante de la Patagonia:

“Nos sorprendían tempestades y debíamos estar varios días esperando que mejorase el tiempo. Humanamente no había frontera. Pasábamos a un villorrio argentino donde mateábamos en la pulpería que estaba a cargo de una mujer curiosamente llamada ‘La viuda de Sartre’ que tenía algo en común con Doña Bárbara, la heroína de Rómulo Gallegos”.

Todas estas vivencias fueron captadas por Barros Ortiz y plasmadas en obras literarias, como el texto poético en prosa, “Cosecha sentimental” de 1934 y el volumen de relatos, “Cuentos extraños” de 1943 y en letras de canciones como la famosa “Bajando pa´ Puerto Aysén” musicalizada por el maestro y arquitecto Jorge Bernales Valdés, la cual fue conocida en 1942 y tiene el mérito adicional, de ser la primera canción llevada al disco con una temática del sur austral chileno. “Bajando pa’ Puerto Aysén” fue grabada por primera vez, por el grupo Los Cuatro Huasos, empleando el sistema mecánico de corneta y aguja en discos de 78 RPM para el sello RCA Victor. Posteriormente, el mismo elenco musical editó una segunda versión en 1955 con el sistema electrónico de cinta magnética, a la que se agregaron las particulares interpretaciones para aquella tonada, de Los Quincheros, en 1960, Los Cuatro Cuartos y la de Silvia Infantes y Los Cóndores en 1963. 

Diego Barros Ortiz convenció a las autoridades de la época, de repatriar los restos de Isabel Riquelme y Meza, y de Rosa O’Higgins, mamá y hermana del Libertador Bernardo O´Higgins, del cementerio Presbítero Maestro en Lima, Perú, lo que se materializó el 12 de junio de 1946. Ello coincidió con el comienzo de una serie de actividades y desafíos para Barros Ortiz. En cuanto a lo literario, ese mismo año 46 publicó el libro de cuentos, “Más allá de la Sierra”, seguido por la irrupción de la novela “La cortina de bambú” en 1949, y por el texto “Cuatro cuentos”, de 1950. En paralelo, escribía reseñas y crónicas en la revista de la Fuerza Aérea y en el vespertino La Segunda.

Cargos y libros

En 1954 publicó su famosa novela Kronios (La rebelión de los Atlantes) que sacudió el panorama literario nacional, suscitando favorables comentarios de la crítica especializada. Al respecto, el futuro Premio Nacional de Literatura Salvador Reyes, publicó en 1960 un controvertido documento en la Revista Literaria de la Sech Nº7 titulado “Diego Barros Ortiz y el imaginismo” en que enumera varios conceptos en los que gira la obra de Barros Ortiz: “Uno, como hombre del oficio, al terminar la lectura de Kronios, siente una tentación: la de pedir al autor, que tan brillantemente ha logrado esta obra de fantasía, que escriba la novela de la aviación chilena. Es un tema que está reclamando ser interpretado”.

Es probable que las obligaciones contraídas por su labor profesional eclipsaran las posibilidades de hacer una gran narración sobre la vida aérea en los cielos nacionales. En su segunda administración del estado, el Presidente Carlos Ibáñez del Campo lo nombró en 1955 comandante en jefe de la Fach, cargo que sostuvo durante la primera mitad del gobierno de Jorge Alessandri. Incluso, entre 1957 y 1958 sirvió como ministro de Educación. Recordemos, que en mayo de 1960 debido al terremoto y tsunami que destruyó gran parte de la zona sur de Chile, llevó sobre sus hombros, con el propósito de asistir a los damnificados por la tragedia, la misión histórica de organizar en tiempos de paz el puente aéreo más grande de Sudamérica, que contó con el apoyo de aviones de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Canadá, Cuba, Estados Unidos, Perú, Paraguay y Venezuela, los que transportaron 1.582.373 kilos y evacuaron a 8.891 personas.

En esos años, su actividad periodística y literaria no disminuyó un ápice. En 1957 editó el libro de poemas “Hojas de marzo”. En su monografía, Eugenio Mimica Barassi nos cuenta que, una vez producido su retiro como comandante en jefe, a mediados de 1961, en el marco de la Escuela de Temporada de Invierno que organizaba la U. de Chile, fue enviado por esa casa de estudios superiores a Punta Arenas para dictar conferencias de literatura y aspectos de la aeronáutica. En nuestra ciudad, se explayó sobre Charles Lindbergh, disertó acerca de la vida del poeta y soldado italiano Gabriel D’ Anuncio  y del aviador y escritor Antoine de Saint Exupéry.

Mimica Barassi nos revela también que Diego Barros Ortiz formaba parte del directorio de la Sociedad de Escritores de Chile, (Sech) junto a Rubén Azócar, Ester Matte, Guillermo Atías, Antonio Campaña, Luis Merino Reyes, Luis Enrique Délano, Mario Ferrero, Enrique Lihn, Miguel Saidel y Gonzalo Rojas, cuando el presidente Jorge Alessandri encomendó a Pablo Neruda para que en representación del gobierno comprara la casona ubicada en calle Simpson 7 en Providencia, Santiago, inaugurada como Casa del Escritor el 7 de noviembre de 1961 y reconocida hoy en día como el domicilio de la Sech.

Labor social

Las escasas investigaciones que se conocen sobre Diego Barros Ortiz han permitido sin embargo, establecer con meridiana claridad la extensa e intensa participación del autor en medios de comunicación escritos, revistas especializadas, organizaciones y sociedades.

Como hemos explicado anteriormente, Barros Ortiz fue autor de varios himnos institucionales y de composiciones folclóricas. Además de “Camaradas”, creó las canciones de los grupos de aviación N°1, 4 y 5. En 1974 escribió el himno de la Policía de Investigaciones de Chile. También fue el letrista de los himnos de la Posta Aérea Militar de las Américas, de la Escuela de Artillería del Ejército de Chile, de la Confederación de las Fuerzas Armadas en Retiro y de la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena). Del mismo modo, creó los himnos de la Confederación Sudamericana de Atletismo y del Liceo de Niñas Nº2 de Santiago.

Eugenio Mimica detalla también, la cantidad de instituciones que Diego Barros Ortiz fundó o presidió. Por de pronto, fue presidente del Rotary Club y del Pen Club; jefe de Relaciones de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa); socio fundador de la Sociedad Chilena de Derecho de Autor, director del Departamento de Derecho de Autor de la U. de Chile, director de la SECH, miembro del Colegio de Periodistas. Fundador y presidente de la Corporación de Autores y Compositores de Chile; presidente del Instituto Chileno Arabe de Cultura; director de la Casa del Estudiante Americano, cónsul general en Barcelona (España); miembro del Consejo de Monumentos Nacionales, del Consejo de Seguridad Nacional y de la Orden de los Templarios.

Fue distinguido en diversas partes del mundo. El estado de Texas lo nombró Ciudadano Honorario; recibió la Condecoración de la Legión al Mérito Distinguido del gobierno de Estados Unidos; Comendador de la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia; Gran Cruz al Mérito Aeronáutico de Brasil, Cruz al Mérito Aeronáutico de Venezuela, Piloto Honoris Causa de la Fuerza Aérea del Perú; Miembro Honorario del III Ejército de los Estados Unidos.

Desde 1962 sus actividades periodísticas se acrecentaron. Fue redactor del diario Las Ultimas Noticias y del periódico El Imparcial; director y asesor literario de la revista Zigzag y de las editoriales Cochrane y Orbe. Luego de la intervención y clausura de la Editorial Quimantú, fue designado por la dictadura en mayo de 1974 para integrar el consejo de la Editorial Gabriela Mistral, de la cual fue su presidente ejecutivo, cargo al que renunció de manera indeclinable, en septiembre de 1975, por estar en desacuerdo con la política neo liberal que buscaba licitar la editorial.

Ese año 75 fue investido como miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua. Su desempeño como censor y su participación en la preparación del VII Congreso de Academias celebrado en Chile, en noviembre de 1976 fue recordado catorce años más tarde por el sacerdote y crítico literario Fidel Araneda Bravo, el 27 de diciembre de 1990, día del deceso de Diego Barros Ortiz.

El aviador y poeta contrajo matrimonio dos veces. De su primera unión con Ester Plaza Benítez, nacieron María Soledad, María Loreto y María Ester. De sus segundas nupcias con Hortensia Melet Serra, nacieron Diego y Cristián.

Por último, señalamos que el libro “La cortina de bambú y cuentos seleccionados” apareció en 1965. Diez años después, editó el texto poético “Itinerario de la imaginación”. En tanto, en 1986 reunió sus artículos periodísticos en un volumen impreso en Madrid, “Crónicas de ver y pasar” libro que el académico Hugo Montes percibe como “de ligera nostalgia y de gozo a la vez”. 

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