Expertos llaman a proteger y recuperar los ecosistemas de agua dulce
Científicos encabezados por la Sociedad Chilena de Limnología y los principales centros de investigación de ecosistemas acuáticos a nivel nacional, lanzaron una declaración pública llamando al Estado a actuar urgentemente e implementar medidas para resguardar los sistemas de agua dulce del país, entre ellos ríos y lagos.
La declaración se da a conocer en el marco de la celebración del Día Internacional de Acción por los Ríos, ocurrida el 14 de marzo, y del Día Mundial del Agua que tendrá lugar el próximo 22 de marzo.
“Los ecosistemas de aguas continentales son críticos para el equilibrio ecológico del planeta y para nuestro propio bienestar. Esto, debido a que los seres humanos tenemos una relación indisoluble con la naturaleza; una interdependencia con los sistemas acuáticos con los que formamos un conjunto inseparable. A nivel internacional la comunidad científica ha hecho presente la urgencia de avanzar en su protección, y Chile no está ajeno a ese llamado. Necesitamos leyes específicas y, a su vez, comprensivas que permitan detener el deterioro de ríos, lagos y humedales, asegurando su protección, recuperación y conservación a largo plazo”, señaló Jorge Nimptsch, presidente de la Sociedad Chilena de Limnología y académico de la Universidad Austral de Chile.
Lagos, lagunas, pantanos, ríos, esteros, arroyos, humedales, entre otros, son parte de los ecosistemas dulceacuícola que albergan un alto número de especies endémicas, es decir, únicas respecto a otras regiones del mundo: el 52% de sus plantas vasculares, así como el 55% de sus peces continentales y el 65% de sus anfibios, son endémicos. Además, son ecosistemas que constituyen un invaluable activo ambiental y turístico, y que entregan una serie de servicios ambientales fundamentales para el bienestar de las comunidades, como el aprovisionamiento de agua, alimento y materias primas; purificación del agua y recarga de aguas subterráneas; mitigación del cambio climático a través del secuestro de carbono desde la atmósfera; adaptación al cambio climático a través de la reducción de riesgos de desastres relacionados con el exceso o falta de agua, entre muchos otros. Pese a ello, están expuestos a importantes presiones y amenazas que van desde la sequía y el aumento de temperaturas, hasta la alteración hídrica producida -por ejemplo- por la instalación de represas.
“En Chile la legislación ambiental contempla categorías de protección para áreas terrestres y marinas, pero no para los ecosistemas de agua dulce”, señala la declaración.
“Hay limitadas excepciones, pero ninguna ley permite actualmente proteger ríos y otros cuerpos de agua en forma significativa. El sistema actual de áreas protegidas del Estado no garantiza la conservación dulce acuícola, a pesar de que uno de los propósitos originales era -justamente- proteger cuencas hidrológicas para asegurar el abastecimiento de agua del país”.
Actualmente existen pocos instrumentos normativos para la conservación de los ecosistemas acuáticos como ríos, lagos, y otras fuentes de aguas y, los que hay, han sido escasa o nulamente implementados. Es el caso de la normativa asociada al caudal mínimo ecológico, por ejemplo, que ha probado ser altamente ineficiente para el cumplimiento de sus objetivos. Ante eso, los actores científicos que suscriben la declaración, llaman al Ejecutivo y al Congreso Nacional a legislar respecto a la conservación de los ríos, lagos y demás sistemas acuáticos, así como a aplicar la figura de reservas de caudal” en ríos estratégicos según lo permite el Código de Aguas.
En Chile existen 1.251 ríos emplazados en 101 cuencas principales, más de 15.000 lagos y lagunas, una de mayores superficies de glaciares del mundo, además de abundantes ríos, fiordos y caudales en la zona austral. “La mayoría del agua dulce de Chile está ubicada en la Patagonia. Por ejemplo, el segundo lago más grande del continente y algunos de los lagos más profundos del mundo, como lo son el Lago General Carrera y el Lago O’Higgins, junto con algunos de los ríos más caudalosos de Chile. Estos ecosistemas dulceacuícolas se encuentran aún en muy buen estado, sin embargo, existen grandes vacíos en el conocimiento de su biodiversidad y funcionamiento y, al mismo tiempo, están fuertemente amenazados por el desarrollo sin planificación”, dijo por su parte Anna Astorga, investigadora del Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (Ciep).
Con todo lo anterior, señalan los expertos, evitar la pérdida de más ecosistemas de agua dulce debe ser una prioridad, considerándose además que su conservación tiene costos significativamente menores que la restauración de sistemas ya degradados; medida a la que se deberá incurrir para lograr la mitigación y adaptación al cambio climático en caso de no contar con ecosistemas que funcionan como Soluciones Basadas en la Naturaleza.
“En el caso de la Patagonia estamos hablando de cuerpos de agua que, por su calidad y abundancia, representan un tesoro a nivel mundial y, como tal, el país tiene responsabilidad de protegerlos. Se debe promover su investigación para apoyar una conservación efectiva, y avanzar hacia políticas públicas que acompañen este camino”, señaló finalmente César Guala, director del Programa Austral Patagonia de la Universidad Austral de Chile.