Gabriela Mistral, intelectual y primera mujer iberoamericana en obtener el Premio Nobel de Literatura

Dentro del sinnúmero de natalicios que se recuerdan durante abril, Mes del Libro, está el de Lucila Godoy Alcayaga, conocida en todo el mundo por su seudónimo de Gabriela Mistral.

Se trata de una figura que, por distintas razones, no tuvo en su época -y hasta nuestros días, tampoco- el reconocimiento de sus méritos y de su lucidez intelectual.

Hoy, existe un grupo de la sociedad, más bien ligado a los movimientos feministas, que ha estado buscando rescatar su figura. Pero, un fragmento de tal corriente está resaltando, más bien, su presunta condición lésbica. Otros sólo abordan su vida desde el morbo, respecto de sus amores, posible y/o frustrada maternidad y los entretelones del suicidio de Juan Miguel, su querido Yin Yin, que fue extraordinariamente importante en la vida de Lucila. 

Sin embargo, reducir a Gabriela Mistral sólo a estos aspectos resulta injusto con una mujer tan preclara y tan adelantada a su tiempo.

Como parte del rescate de la obra y del impacto mistralianos en las sociedades de su contemporaneidad, debemos resaltar que Lucila Godoy fue una intelectual chilena y que, como tal, le debemos mucho respecto de la defensa de los derechos de las niñas y las mujeres, pero también de los trabajadores y de la protección del medioambiente.

Como maestra rural y pedagoga, también resulta insuficiente la forma en que en nuestro país se ha valorado su contribución a la enseñanza y la acción gremial. Es vergonzoso que todo el aporte que realizó al sistema educativo chileno y al de otros países no sea suficientemente difundido.

Si bien es una de las poetas más importantes del siglo XX, en nuestro país casi se ha caricaturizado aquello, con la enseñanza pobre de un par de poemas y rondas escritos por ella. 

En este sentido, su obra fue maciza y fue más allá del “Piececitos de niños…” que en Chile se enseña literalmente. Fue su trabajo poético, variopinto y entrañablemente humano, el que le valió recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945, marcando así otro registro histórico: fue la primera mujer iberoamericana en obtener tal distinción y la segunda persona latinoamericana en recibir tal reconocimiento.

Fue una de las primeras mujeres en obtener títulos de doctor “honoris causa”, tanto en universidades chilenas (U. de Chile) como en el extranjero (Universidad de Guatemala y en Mills College de Oakland, California).

También fue diplomática y, como tal, fue la primera mujer cónsul de Chile. 

Lucila Godoy Alcayaga, nacida en el valle del Elqui, comprendió cabalmente su tiempo, fue una intelectual y hoy toda la vastedad de su obra y pensamiento merecen ser revalorizados.

Frente a la esplendidez de su figura, resulta impresentable -y vergonzoso- que ninguna gran avenida de Punta Arenas lleve su nombre.