Necrológicas

Hacer memoria

Por Marcos Buvinic Domingo 20 de Agosto del 2023

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Marcos Buvinic Martinic

Cuando hacemos memoria de algo, lo primero que se nos viene a la mente es que se trata de recordar algún acontecimiento del pasado. Y eso es verdad, pero sólo en parte, porque la memoria es mucho más que recordar el pasado. Cuando hacemos memoria de algo, lo que intentamos hacer es rescatar el tiempo vivido para iluminar nuestro presente y mirar con esperanza el futuro que tenemos por delante y vamos construyendo. La memoria no es sólo el recuerdo del pasado, sino es una de las herramientas más importantes de todos nuestros aprendizajes vitales.

La memoria que mira al presente y al futuro es el sentido que tiene la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado en Chile, y en esa perspectiva se sitúa la reciente carta del Obispo de Punta Arenas, Óscar Blanco, sobre esta conmemoración, titulada “Memoria y Futuro. Construir el futuro con un renovado compromiso por los derechos humanos”. La propone como una reflexión que ayude a mirar lo que nos sucede, tanto personalmente como país, con esta conmemoración. En la columna del domingo pasado presentamos una síntesis de la carta, y por algunas semanas iremos comentando sus temas principales. Ahora nos detenemos en lo que significa hacer memoria y por qué es necesario hacerlo.

Hace unos días una persona me decía “no quiero acordarme de nada de eso, son puros recuerdos complicados y dolorosos; quiero que llegue luego octubre y que pase todo esto”. Por cierto, se trata de una memoria de sucesos complicados y dolorosos, y como dice el Obispo de Punta Arenas en su carta: “Todo lo que suscita esta conmemoración nos muestra que el ‘alma de Chile’ lleva una herida que sigue sangrando; se trata de un acontecimiento que toca profundamente nuestras vidas, nuestra convivencia y nuestro futuro”.

Precisamente por eso es que esa memoria tiene que ser sanada, porque “hay una verdad histórica de sucesos trágicos que nadie puede desconocer o negar (…), la historia no se puede borrar (…), la historia no se puede negar”, y tan importante como eso es que “la historia no quedó detenida en los dolorosos sucesos que conmemoramos”.

Ciertamente, no lograremos ponernos de acuerdo entre todos en una lectura común del acontecimiento y de las causas que lo desencadenaron, porque es muy distinta la vivencia de las víctimas a la de los victimarios, pero sí podemos asumir los hechos que constituyen una verdad histórica: hubo una ruptura violenta de la convivencia democrática y hubo graves violaciones de los derechos humanos.

Por eso, la necesidad de hacer memoria es, también, “una exigencia de respeto, justicia y reparación ante el sufrimiento de las víctimas directas del golpe de Estado y de sus familias. Muchos compatriotas, murieron, otros aún continúan desaparecidos, muchos sufrieron la tortura, el exilio, la pérdida de sus trabajos por sus ideas políticas, y diversas violaciones a los derechos humanos”, señala la carta.

Hacer memoria es uno de los instrumentos principales de nuestros aprendizajes vitales, y eso vale también para la memoria colectiva del país. “Hacer memoria nos permite hacer autocrítica y, junto con reconocer los aciertos de la propia perspectiva, reconocer los errores, reconocer lo que no se hizo bien y lo que se pudo haber hecho de una mejor manera”. Por eso, “la autocrítica es la condición necesaria para poder mirar hacia el futuro enriquecidos por la experiencia”. Y la autocrítica siempre requiere humildad, lucidez y apertura al bien común.

Pero, al hacer memoria también puede haber una “mala memoria”, que no es sólo ser desmemoriado. La mala memoria no es sólo el olvido, sino que lo es la negación de los hechos; es decir, alguien tiene memoria de lo acontecido, pero deliberadamente -por intereses ideológicos- niega los hechos, particularmente las violaciones a los derechos humanos, o las justifica. El negacionismo es una mala memoria.

También, hay otra forma de mala memoria que es el recuerdo desde el rencor. “El rencor es una mala memoria porque permanece anclada en las situaciones dolorosas que se vivieron y, en muchos casos, cultivando anhelos de venganza. El rencor mantiene la herida abierta y prolonga el dolor. Es una mala memoria porque impide mirar hacia adelante y buscar caminos de sanación de los sufrimientos de la historia”. La historia personal y colectiva, como país, no quedó detenida en los sucesos dolorosos que conmemoramos.

En la columna del próximo domingo trataremos otro punto muy importante, la sanación de la memoria, comentando la carta del obispo Oscar Blanco sobre la conmemoración de los cincuenta años del golpe de Estado en nuestro país. Mientras tanto, quisiera invitar a los amables lectores de esta columna  a acceder a la lectura de la Carta del Pastor, la cual se encuentra disponible en la página www.iglesiademagallanes.cl

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