“La casa de Colón está cubierta de un manto de excusas que impide avanzar en la memoria”
El arquitecto y museólogo, Jorge Molina, ofreció una destacada clase magistral en la Universidad de Magallanes, abordando temas de gran relevancia en torno al patrimonio y la memoria histórica. La conferencia se centró en la emblemática casa de Colón 636, un monumento nacional ubicado en el corazón de Punta Arenas, que fue objeto de vandalismo el 3 de marzo de 2020 y que tuvo un oscuro pasado como sitio de tortura durante la dictadura de Pinochet.
Jorge Molina, en su intervención, exigió con énfasis la necesidad de romper el manto de excusas que actualmente rodea a la casa de Colón 636 y que impide avanzar en la memoria. Destacó que esta estructura que fungió como centro de tortura y represión durante la dictadura, se encuentra en un estado de deterioro y abandono, incluso objeto de actos vandálicos, pese a su condición de monumento nacional desde el año 2016.
“La casa lleva años detrás de un cerco de supuesta protección y está bien porque el transeúnte debe ser protegido, pero esto está funcionando más bien como una cortina que invisibiliza, la deja atrás y pareciera que aquí es muy peligroso volver a hablar del tema. Hay que superar el riesgo y también hay que volver a abrirla lo antes posible para que vayamos al lugar donde debemos recordar. Las autoridades deben terminar con el manto de excusas que impiden el acceso… hay que romper esos pretextos en esta conmemoración de los 50 años del golpe”, precisó Molina ante las consultas de los asistentes.
Se trata agregó de generar un espacio de memoria, reflexión y diálogo que permita a las nuevas generaciones abordar el pasado desde una perspectiva ética y constructiva.
Por otro lado, el arquitecto enfatizó en el “lenguaje visual de la mutilación” al que están sometidos estos lugares de memoria, destacando que las intervenciones necesarias no solo deben abordar la conservación física, sino también la conexión cultural y creativa con el entorno. Estas transformaciones, según Molina, buscan volver a hacer visible la memoria y permitir su apropiación por parte de la sociedad.
En el marco de la conferencia denominada: “Patrimonio de los derechos humanos y memoria vinculados a sitios de memoria, museos y memoriales en Chile”, se discutió ampliamente sobre las marcas y huellas del pasado, y cómo éstas se plasman en el emplazamiento. Molina describió cómo estas luchas por la memoria se reflejan en prácticas que buscan intervenir en el espacio público, fomentando un diálogo continuo entre las personas y los lugares, y destacó la importancia de concebir el patrimonio de los derechos humanos como un constructo dinámico y participativo.
El concepto de “contramonumento” fue resaltado por Molina como una forma de evocar las circunstancias y condiciones que rodearon los hechos traumáticos, desafiando la pretensión del victimario de controlar la narrativa histórica. “Estos contramonumentos, son esenciales para transmitir el significado ético de superar el pasado y fortalecer el presente para guiar las acciones futuras”, destacó.
En la jornada de reflexión impulsada por ex prisioneras políticas, la Umag, y la secretaría de las Artes, la Cultura y el Patrimonio, en el marco de los 50 años del golpe militar, participaron jóvenes, docentes, víctimas de la violación de los derechos humanos y autoridades políticas y académicas, lideradas por José Maripani, rector de la universidad.
En la ocasión, Diego García, seremi de las Artes, la Cultura y el Patrimonio, criticó los dichos de la parlamentaria Gloria Naveillán sobre que la violencia sexual sufrida por detenidos en la dictadura de Pinochet era “una leyenda urbana” y valoró la valentía, decisión y compromiso de las ex prisioneras políticas de dar cuenta de la historia. “Queremos avanzar con verdad, justicia y garantías de no repetición hacia un futuro de respeto irrestricto a la vida y por sobre todo hacia la verdadera valoración del sistema democrático que en la actualidad nos cobija”, precisó García.
Ex presas políticas: “Debe abrirse y ser
un espacio para educar sobre DD.HH.”
Durante el evento, los estudiantes manifestaron su sorpresa y consternación por la falta de avances en la conversión del lugar en un espacio de memoria. De igual forma, ex prisioneras políticas expresaron su rechazo al olvido y poca preocupación de las autoridades por recuperar el espacio de memoria.
“Yo creo que es sumamente importante que se reponga ese rescate, de que sea una casa abierta, porque creo justamente en lo que decía nuestro relator: la casa está hablando y, por lo tanto, tenemos que escucharla, porque queremos que sea un espacio para educar respecto del tema de los derechos humanos”, expresó Jeannette Antonín, ex prisionera política en la dictadura de Pinochet.
En tanto, Rosa María Lizama, ex prisionera política, expresó que “son muchas las razones por la cual hoy día se trata de ocultar la memoria, pero la memoria tiene un cauce. La lluvia, los ríos tienen memoria y se encauzan y yo creo que eso es lo que va a tener que pasar. Y también las preguntas de los jóvenes nos llaman a la reflexión de por qué ha pasado tanto tiempo y esto no ha tenido una respuesta, quizás se ha pedido muy suavemente. Y hasta qué punto realmente hay una intención de la autoridad de querer hacer algo que represente y que muestre lo que ocurrió hace 50 años”.
Hoy la región y, especialmente, Punta Arenas, está vacía de símbolos, espacios de memoria y significados sociales compartidos que identifiquen claramente los lugares de violación a los derechos humanos, su institucionalidad, sus modus operandi y sobre todo los testimonios de sus víctimas.
Hubo una especie de “limpieza” acordada y planificada entre quienes participaron en el golpe y los que apoyaron. “Y esto es grave, porque cuando nuestras conexiones físicas con el pasado son amputadas, nos enfrentamos a una irremediable sensación de pérdida: Pérdida de identidad, pérdida de sentido, y pérdida de convicciones democráticas”, dijo finalmente Molina.