¡Que 50 años no es nada!
Mis padres, Carlos y Francisca, eran muy aficionados al tango. Les gustaba escucharlo y eran muy buenos bailarines. Uno de ellos quedó grabado en mi memoria de niño por lo misterioso de una parte de su texto. Aquel que dice “que veinte años no es nada” ¿Pueden los años ser nada?, me preguntaba entonces.
En un día como hoy, un 15 de septiembre de 1973, mi madre fue detenida. Días antes tropas militares habían golpeado la puerta del departamento en el que residían y le habían solicitado a mi padre que los acompañase. El sabía que esa visita se iba a producir. Como vicepresidente ejecutivo de la Corporación de Magallanes, organismo destinado al desarrollo industrial de Magallanes, cargo de exclusiva confianza del Presidente Salvador Allende y como era muy conocida su amistad con el Presidente, algún mal rato le iba a suceder. Nunca imaginó que iba a permanecer un largo periodo en isla Dawson, junto a muchos de sus amigos allí detenidos.
Su detención fue una advertencia para mí madre. En esos días ella trataba de saber dónde su marido estaba. Supo que estaba detenido en el Regimiento Pudeto y logró llevarle algo de ropa adecuada al frío magallánico. Su detención fue similar a la de mi padre. Un gran contingente militar se estacionó en la esquina de Roca con Lautaro Navarro. Un oficial que la conocía la conminó a acompañarla, fue trasladada a la cárcel pública y despúes de unas semanas sin saber las razones de su detención, pensando que era por su activismo político en defensa del gobierno de la Unidad Popular.
Más tarde y al ser trasladada al Regimiento René Schneider y sometida a crueles torturas en la llamada Casa de la Risa, hoy la Casa de la Memoria de los Derechos Humanos, supo que se le acusaba de ser quien estaba a cargo del falso, absurdo y cruel invento de los golpistas, el llamado Plan Z. Mi madre en tono de broma solía decir que ella con la letra Z tenía una gran relación porque sus apellidos González y el de su marido Zanzi, dominaban la letra aludida. Fueron meses que en estas pocas líneas no puedo por razones de espacio y porque emocionalmente se me hace muy dificil resumir. Sin embargo, ella sí tuvo el coraje de contar en detalle todo lo que le sucedió en su libro “Mi Memoria es mi Verdad”, en esos infortunados días, semanas, meses.
En ese título se resumen dos importantes palabras que le dan significado descriptivo al por qué ella escribió el libro que, en sus cuadernos colegiales, mantenidos en secreto hasta que, a su regreso del exilio en España, superando dudas, temores y emociones encontradas, decidió en conjunto con mí padre y sus hijos, hacerlo público.
Memoria que conservó intacta durante su vida. Verdad porque ella está basada en la cantidad de testimonios que sus compañeras de prisión, sacerdotes que la visitaron, sus padres que al fin pudieron visitarla unos minutos, y los que han concurrido en las investigaciones que en el proceso que como familia hemos entablado en la Corte de Apelaciones de Punta Arenas, de cuyo trámite esperamos una pronta sentencia definitiva.
Por eso queridos padres, y muchos más que vuestra familia, los recordamos en estos días turbulentos, incomprensibles en su negación, gozosos porque tantos y tantas personas se han manifestado en honor a vuestra memoria y a la de tantas personas cuyos derechos esenciales, reconocidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fueron, fueron…. sojuzgados
Por un Nunca + hagamos que un + que Nunca nos permita defender la democracia, la convivencia y la justicia social, por la cual Uds. lucharon toda vuestra vida. “Que 50 años es nada”, pese a lo febril de la mirada y lo errante de las sombras que acompañaron a sus vidas.
Vuestros hijos Carlos y Mario Zanzi González.