Necrológicas

Los adoquines de Moya

Domingo 28 de Enero del 2024

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Arturo M. Castillo Cabezas

Debo partir confesando que mi primer impulso fue titular este artículo como “Cabeza de adoquín”, que según academic.com significa: “tonto; soso; idiota; estúpido; cf. ganso, mamerto, gil, pavo, ganso, cabeza de chorlito, cabeza hueca, cabeza de alcornoque, pedazo de adoquín.” Pero mi sensibilidad me señaló que la de algún otro podría sentirse dispuesta a ponerse el sayo, así es que lo deseché. Entremos en materia:

Como casi todos los lectores sabrán, nuestra Plaza Muñoz Gamero, a diferencia de otras que permanecen descuidadas, es amorosamente sometida periódicamente a refacciones, remodelaciones y una que otra repavimentación. La última -realizada el año 2022- resultó un total desastre, que, como ocurre casi naturalmente, será solventado por el siempre dispuesto señor Moya.

Según la información proporcionada por un concejal de nuestro municipio, la obra que consistió en reemplazar toda la superficie pavimentada con mezcla de cemento, por un nuevo pavimento en base a adoquines de varios colores, tuvo un costo de alrededor de novecientos millones de pesos, que se fueron literalmente a la basura. Además de quedar nuestro espacio público nuevamente en malas condiciones de uso tras un largo periodo inaccesible, habrá que hacer toda “la pega” de nuevo, a un costo que difícilmente si se hace bien pueda salir más barato, mal que mal cualquier contratista con dos dedos de frente va a alegar que, si pagaron lo que pagaron por una payasada, cómo él va a cobrar menos por hacerlo bien.

También el concejal me contó que ahora estaban en el proceso de ver el cobro de la boleta de garantía, asunto que deberá manejar el gobierno regional, dado que de allá vinieron los fondos, así es que como veremos, en esta sopa hay variedad de ingredientes. El problema con la boleta de garantía es que, como suele ser en estos contratos, cubriría sólo un 10% del precio, es decir, que vamos a recuperar unos noventa millones, si es que se logra el cobro. Es decir que a nuestro querido señor Moya se le van a haber hecho arenisca unos ochocientos millones; como en estas obras el margen y los imprevistos que calcula el proponente, rondan el 30%, el contratista va a haber recuperado sus costos, y le va a quedar cerca de un 20% de utilidad, lo que tampoco es malo, ¿no?

Primeros ingredientes

El mandante y gestor de la obra fue, como sabemos, nuestra Ilustre Municipalidad que, para estos efectos, está dotada y obligada por ley a ello de un funcionario especializado, que en ciudades como la nuestra debe contar con el título profesional de arquitecto o ingeniero civil (en nuestro caso, un arquitecto), y que recibe un estipendio mensual que, según información recabada en el portal de noticias del ramo dconstrucción.cl, alcanzaba para 2019 un promedio de $7.000.000 para fungir como director de Obras Municipales (Dom) y es de suponer que algo habrá mejorado el “sueldo reguleque” en cinco años. Para ganarse su emolumento, dicho funcionario tiene que realizar entre otras las siguientes funciones, según dispone el art. 24 de la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades:  “b. Fiscalizar las obras en uso, a fin de verificar el cumplimiento de las disposiciones legales y técnicas que las rijan; c. Aplicar normas ambientales relacionadas con obras de construcción y urbanización; f. Dirigir las construcciones que sean de responsabilidad municipal, sean ejecutadas directamente o a través de terceros”. Por su parte, el artículo 9° de la Ley General de Urbanismo y Construcción señala estas funciones: “a. Estudiar los antecedentes, dar los permisos de ejecución de obras, conocer de los reclamos  durante las faenas y dar recepción final de ellas, todo de acuerdo a las disposiciones sobre construcción contempladas en esta ley, la Ordenanza General, los Planes Reguladores, sus Ordenanzas Locales y las Normas y Reglamentos respectivos aprobados por el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo; b. Dirigir las construcciones municipales que ejecute directamente el Municipio, y supervigilar estas construcciones cuando se contraten con terceros.”

Tal vez por ignorancia propia, no he sabido de ninguna acción para hacer efectivas las responsabilidades que mandan las leyes citadas, lo único que he sabido en cuanto al Dom fue una nota de prensa vista en uno de los canales regionales el día 20 de julio pasado, en que entre otras cosas declara: “Debido al ciclo hielo-deshielo del invierno se han producido algunos deterioros”, lo que complementa con su idea de que todo va a estar solucionado para septiembre 2023. Señaló además: “Esta es una piedra tipo laja (…) que en estricto rigor sufre también mucho deterioro al efecto hielo deshielo que les comentaba, que tiene que ver con que si se somete a una gran cantidad de escarcha por un tiempo muy prolongado puede producir -eso lo dice el proveedor- puede producir algunos resquebrajamientos.” Esto, para nosotros los familiares del Sr. Moya, que pagamos la obra y también el sueldo del Dom, resulta de gran interés:

La carrera de arquitectura contempla un ramo de estudio de materiales, porque es obvio que, si se diseña algo, el profesional debe estar seguro de que responderá las solicitaciones que se someta. Si el proveedor le dijo al Dom que esto era posible, resulta indiferente si se lo dijo durante la propuesta, durante la ejecución o incluso después. El Dom, de acuerdo a lo que le manda la ley, debió estudiar y aprobar el proyecto ¿No se le ocurrió preguntar cómo se iría a comportar el material en las condiciones locales? Si usted señor lector, que en una de esas no tiene ni profesión, ve que le van a poner fonolita en su techo, ¿no preguntaría: “Oye y esa cuestión aguantará pa’ los vientos y la nieve de acá”?

Lo anterior no es menor porque, si el contratista puede probar que hizo ver previamente que el material no era idóneo para la obra, adiós cobro de boleta de garantía y la pérdida es total y completa.

Ingredientes finales

El problema con este asunto vuelve a ser -ya sé, soy majadero- el que las instituciones funcionan como funcionan, y el cargo del Dom es casi más seguro que ser Papa, porque es un enredo en el que el funcionario trabaja EN un municipio -lo que por algo es una preposición distinta de “para” un municipio-, pero no depende de este y ni el alcalde puede hacer más con él que saludarlo. Citaré textualmente al sitio dconstruccion.cl que al respecto nos dice: “Los directores cuentan con autonomía respecto del alcalde y éstos no tienen la facultad para destituirlos. El único método para pedir su remoción es a través de la seremi de Vivienda y Urbanismo, mediante un sumario de la Contraloría.” 

O sea que estamos condenados a seguir en las mismas, porque que se sepa, salvo tratar de cobrar la boleta de garantía y gastarse otra poca plata del Sr. Moya en probar una solución provisoria para la plaza, nadie ha pretendido siquiera que en este asunto haya alguien responsable, pero responsable de verdad, que dé la cara o ponga su cargo a disposición, o algo que se parezca a un mea culpa que sea, que, para ser honesto conmigo mismo, no me alcanza. Pero de sumarios de Contraloría no he oído nada, la municipalidad supongo que asume que el Dom es del Minvu y la plata vía Gore es de Moya, y el Minvu con su seremi también o fomentan mi consabida ignorancia, o juegan el juego que mejor juegan muchas de nuestras autoridades: hacerse los muertos y cobrar a fin de mes. Y las instituciones funcionan con funcionarios con cargos semi perpetuos, que no responden a quien les paga y que su verdadero jefe, en este caso el Minvu, “no está ni ahí” con el funcionario, porque ni lo ve, salvo por cuestiones en que las obras lo requieran.

Para ponerme como periodista de la tele, y por si el lector no ha hecho la suma, entre lo gastado en la pega que se fue al tacho, los simulacros de reparación, y la nueva obra definitiva, de los 2.000 millones de pesos no le baja la gracia al Sr. Moya, y para ello contamos con el gentil auspicio de un Dom que no hizo la pega, de un honorable Concejo Municipal que aprobó sin preguntar algo esencial como es el material que se iba a usar, un Gore que hizo lo mismo, y a estas alturas al menos algún concejal habrá revisado el libro de obra para saber si, por lo menos, el Dom la inspeccionó, cuántas veces y cuáles fueron sus observaciones, aunque no se remedie ni explique con ello la falta basal.

Lo bueno de investigar este asunto es que siempre se aprende algo y lo comparto con mis lectores, porque para eso es el conocimiento: la Vía Apia tiene unos 2.300 años y aún aguanta, es decir, en esos años no había Gore, no había Concejo, no había Minvu, no había seremi, y menos había Dom, pero las cosas se hacían bien. Con razón la Roma de entonces fue lo que fue.