Las interrogantes de una madre que recuerda a su hijo militar desaparecido en aguas del estrecho de Magallanes
- El subteniente Hugo Fuentealba Pozo (26) se internó a las aguas acompañado de un amigo, también oficial de Ejército, en su día de franco.
El 27 de diciembre de 2020, en plena pandemia, el subteniente de Ejército, Hugo Fuentealba Pozo (26), desaparece en aguas del estrecho de Magallanes, a la altura del Parque Chabunco, cuando el fuerte temporal de viento volcó los dos kayaks, uno donde viajaba el joven oficial, y el segundo de su amigo, también militar, el que salvó nadando (Pedro Pablo Moya Medina). Estando ambos de franco, realizaban práctica de esta especialidad.
Desde San Carlos, Región de Ñuble, su madre, Mariela Pozo González, docente de la Escuela Profesor Manuel Castillo Velasco, hizo llegar una carta a La Prensa Austral recordando el tercer aniversario de su desaparición.
“Ya van tres años desde que mi hijo Hugo Sebastián, oficial de Ejército, falleció en las aguas del estrecho de Magallanes”.
“Creí que el tiempo atenuaría mi tristeza, pero mi angustia sólo crece, ya que lo que fue motivo de alegría familiar, ahora está lleno de pesar, tristeza y nostalgia”.
“Recuerdo los logros de mi hijo: destacó en sus estudios, obtuvo primeros lugares en las competencias internacionales en EE.UU. y Brasil y fue reconocido con la octava antigüedad al egresar de la Escuela Militar.
“En Punta Arenas representó al Ejército en actividades deportivas varias y aunque fue un oficial que en vida amó la institución, tras el 27 de diciembre de 2020, siento como madre que el apoyo brindado por la que era “su casa”; el Regimiento Chorrillos, por su líder el general Sergio Estévez y el segundo al mando, el coronel Soto, fue mezquina y duró sólo lo que la cortesía básica, el protocolo, la presión mediática y la cobertura de los medios requería. Posteriormente, este respaldo se desvaneció, lo que me sugiere una actitud oportunista por parte del Ejército”.
“Con el tiempo he podido establecer que no se hizo ni la más mínima investigación interna para aclarar la salida de dos jóvenes oficiales en tiempo de restricciones de pandemia.
Al respecto, he quedado como madre aprisionada por rumores, supuestamente venidos de sus propios camaradas: por ejemplo, se me dijo que mi hijo ayudó a su compañero a subir a su kayak y que luego al intentar salir por sus propios medios, no tuvo la fuerza suficiente para alcanzar la orilla.
¿Acaso esa acción no merecía un mínimo reconocimiento, de comprobarse que ella fue efectiva?
Retiro del Ejército
Resulta difícil de comprender por qué su compañero sobreviviente y otros oficiales de su promoción, decidieron retirarse del Ejército. Me cuestiono si ese retiro fue libre o producto de alguna presión interna o maltrato y de ser así, cuál fue.
A través de mi abogado, solicitamos al señor comandante en jefe, información relevante que el Ejército debiera manejar, como por ejemplo la existencia de una investigación sobre lo sucedido, sobre la propiedad de los kayaks guardados en recinto fiscal y sobre las autorizaciones de salida de los soldados desde el regimiento, entre otras materias,
Fríamente un subalterno del Sr. comandante en jefe, nos respondió que los kayaks eran particulares, sin indicación de su propietario.
Absurdamente, también, se me respondió que mi hijo vivía en un ”pabellón de solteros” -una edificación nítidamente ubicada en el mismo predio fiscal del regimiento- y que este pabellón no era parte del regimiento y que por ello no se controla. Todos sabemos que la vida militar no tiene esas libertades, menos en sus propios recintos”.
“Pero lo que me resulta más increíble es que se me responda “por orden” del comandante en jefe que no se hizo investigación sumaria, puesto que los hechos ocurrieron fuera de “hora de servicio”.
“Todo Chile sabe que la doctrina y discurso oficial de las FF.AA. es que un soldado es servidor público 24 horas al día y que, de hecho se efectúan decenas de investigaciones sumarias sobre aspectos privados de los funcionarios, dentro y fuera de su servicio como lo son endeudamiento, vida familiar y otros”.
“Extrañamente en este caso, una desaparición trágica de un servidor que vivía dentro de las dependencias militares y que se produce en tiempo de restricciones pandémicas, no se hace indagación alguna”.
“Como madre, víctima y ciudadana, tengo derecho a conocer todos los detalles que llevaron a la tragedia que vivimos”.
Apatía e insensibilidad
“No comprendo la actitud de apatía e insensibilidad hacia el bienestar de otro ser humano, más cuando éste ha jurado dar la vida por los demás si fuera necesario y la incongruencia entre el discurso de supuesta camaradería, fraternidad y familia, y lo que efectivamente ocurre dentro del Ejército cuando uno de los propios sufre una tragedia”.
“Pareciera que a sus mandos les importa más “no saber”, para evitar cuestionamientos funcionarios”.
“Después de la desaparición de Hugo, sólo tengo los relatos obtenidos del trabajo de la Fiscalía para creer en lo que sucedió”.
“Con ello no dejo de pensar en el dolor constante de las madres que vivieron desapariciones durante la dictadura, donde no hubo juicios justos y el Ejército actuó al margen de la ley, sin reconocer sus faltas más allá de cumplir órdenes superiores”.
“En el marco de los 50 años de las desapariciones forzadas en nuestro país, el Presidente Gabriel Boric se comprometió a respaldar a las familias para esclarecer la verdad sobre lo ocurrido durante la dictadura. Y aunque nuestra situación familiar difiere en varios aspectos, coinciden en que el cuerpo de mi hijo nunca fue hallado y en la falta de transparencia por parte del Ejército respecto a los hechos”.
“Mi hijo era un joven íntegro, comprometido y con valores altruistas hacia su institución, a la que juró defender, la misma que no ha sido capaz de responder a su familia y explicar el contexto en el que ocurrieron los hechos”.
“Sólo he recibido hermetismo, indiferencia y hasta rechazo”.
“La verdad es lo único que puede traer tranquilidad a mi espíritu, y espero que esto suceda pronto, porque el peso de la verdad en la conciencia tarde o temprano se manifiesta. Estoy convencida con toda mi alma que la muerte de mi amado hijo fue un hecho evitable y el Ejército deberá en un momento aclarar las oscuridades que hasta hoy existen”.
“Quedo con mi profunda angustia, pero con esperanza en la justicia suprema y con esta reflexión: “Todos somos responsables los unos de los otros, estamos conectados y lo que a uno le sucede repercute directa o indirectamente en los demás, las responsabilidades siempre serán compartidas para bien o para mal, si no estamos dispuestos a ayudarnos, entendernos y apoyarnos las consecuencias pueden recaer en nosotros mismos”.