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  • Lorenzo Barrientos Vito

Las preguntas por el futuro

Por Marcos Buvinic Martes 12 de Marzo del 2024

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Luego de unas semanas de receso vacacional de estas columnas dominicales, volvemos a compartir estas reflexiones con los amables lectores. Por más que el calendario nos diga que el año comienza en enero, los porfiados hechos muestran que, en realidad, el año con todas sus ocupaciones y preocupaciones comienza en marzo, y es allí cuando se hacen efectivas las preguntas -quizás maduradas en el tiempo de verano- por lo que está por venir.

Son muchas las preguntas que apuntan al futuro. Las hay de todo tipo: preguntas personales, como “¿qué es lo que realmente quiero hacer?”, o preguntas familiares, como “¿qué está pasando entre nosotros que hace tiempo que no hablamos sobre nosotros?”; preguntas económicas, como “¿alcanzaré a llegar a fin de mes?”, o preguntas científicas, como “¿qué va a pasar con el cambio climático?”, o preguntas políticas como “¿quiénes serán los candidatos en las próximas elecciones?”, etc. Algunas pueden ser preguntas superficiales y otras más de fondo; algunas pueden referirse a un futuro cercano y otras a un tiempo no tan inmediato. Pero, de un modo u otro, siempre nos rondan las preguntas por lo que está por venir en nuestra vida personal, familiar o social.

Se podría decir que el ser humano es la criatura que se hace preguntas, y las preguntas son las que abren a lo nuevo y nos tensionan hacia la investigación, hacia el conocimiento, hacia el desarrollo personal, hacia la búsqueda de respuestas existenciales y la exploración de soluciones técnicas a los problemas.

En esta perspectiva, es bueno recordar al viejo Sócrates que, en el siglo IV a.C., a través de agudas preguntas iniciaba a los ciudadanos de Atenas en la reflexión acerca de lo que suponían conocer. Era el método que él llamó la “mayéutica”, que significa “partera”, donde por medio de preguntas ayudaba a que el conocimiento naciera en las personas. Así, desde la capacidad de ponerse preguntas, nace un pensamiento reflexivo y capaz de formular sus propios juicios, un pensamiento crítico, en lugar de la simple acumulación de información.

En estos días me han acompañado tres preguntas. Las dos primeras apuntan al modo en que nos hacemos cargo de nuestro futuro como sociedad y como país; tienen que ver con el país que podemos ser, o no ser. Me acompañan estas preguntas para las que no tengo respuestas técnicas, y las planteo pensando que pueden ayudar a la reflexión sobre lo que tiene que ver con todos.

La primera se refiere a lo que está pasando con la educación en nuestro país. A pesar que el tema de la calidad de la educación ha estado en el tapete desde hace años, y a pesar que las autoridades educacionales al presentar los resultados de la prueba Simce 2023 han hecho notar que hay signos claros de recuperación, el nivel sigue siendo más bajo que antes de la pandemia, al punto que ¡la mitad de los alumnos de 2° Medio no domina los contenidos mínimos de Lectura y Matemáticas!

¿Qué horizonte de futuro tienen nuestro país con esos niveles tan bajos de conocimiento?, ¿qué técnicos y profesionales serán capaces de formar nuestras universidades con alumnos con tan precario nivel de manejo de materias fundamentales?

La segunda pregunta tiene que ver con el tremendo descenso de la natalidad en nuestro país. En el 2023, Chile tuvo la natalidad más baja de la última década. La tasa de fecundidad está en un promedio de 1,3 hijos por mujer, lo que está muy por debajo de la cifra de 2,1 hijos por mujer, que es considerada necesaria para evitar el envejecimiento excesivo de la población.

¿Por qué la alegría de ser mamá o papá ocupa un lugar tan secundario en el horizonte de los jóvenes?, ¿qué está haciendo el estado y el conjunto de la sociedad para promover la natalidad?, ¿qué sistema sanitario y de pensiones va a resistir el significativo aumento de adultos mayores?, ¿va a haber en el país una masa laboral capaz de hacer funcionar una economía que sostenga a una población envejecida?, ¿cómo vamos a enfrentar los cambios culturales en un país de adultos mayores?

Sin duda, son preguntas y temas complejos que se resisten a respuestas simples y, por lo mismo, exigen una honda y extendida reflexión en la sociedad. Son preguntas que nos afectan a todos y tienen ver con el futuro de todos.

Y la tercera es una pregunta en tiempo presente, y que -de algún modo- todos necesitamos hacernos. Es una pregunta por el hoy de nuestra vida, pero que nos abre a un futuro ilimitado: ¿en qué está mi relación con Dios?

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