No se oye padre¡¡
Tal como se indica, que cuando hay un sermón o prédica que “pega fuerte” en los asistentes al culto, la sabiduría popular ha utilizado la frase “no se oye Padre”, que la diría un bribón desde la parte posterior de la Iglesia, para hacer o indicar que no se oye. Me recuerda esta frase, el silencio o no se escucha (en este caso no pretendo ser Padre, pero es una analogía usted entenderá), para referirme y reiterar una columna que escribiéramos hace casi 18 meses, en octubre de 2022. (Un año antes o más, había escrito algo similar, es decir esta es la tercera y ojalá la vencida).
Dicha columna señalaba la DEUDA AÚN PENDIENTE con los horticultores de Magallanes, al carecer éstos, de un Centro Comercializador Hortofrutícola en Punta Arenas.
La verdad es que a tomaduras de pelo hacia los horticultores, por parte de organismos presentes en los años 90, de que se construiría un recinto de venta y comercialización, lo que nunca ocurrió, luego vino un largo silencio, poca visión e inacción por parte de los organismos estatales de fomento del Agro, para buscar los caminos para que los horticultores y no menos importante, los consumidores, es decir todos los habitantes de la ciudad, puedan contar con un recinto que provoque, como en cualquier rubro o actividad humana, imagen corporativa al tener casa propia, desarrollo, progreso económico y conocimiento, a manera de mapa mental, para que cualquier persona que necesite una hortaliza, tubérculo o cualquier especie vegetal en la ciudad pueda saber dónde concurrir, como quien sabe dónde ir por carne, pan o licor.
Por ello, presentamos como administración municipal de la época, entre el año 2014 y 2015 un proyecto al gobierno regional de Magallanes y Antártica Chilena, (en ese tiempo liderada por el intendente Jorge Flies) para la adquisición de un edificio que se encontraba en venta y, que reunía varias características positivas, para materializar en él, un Centro Comercializador Hortofrutícola para los esforzados productores locales y regionales. Dicho inmueble finalmente, luego de superar todos los escollos que la administración pública pone para financiar un proyecto de desarrollo, fue adquirido para este fin (así se evaluó y fue para eso financiado por el Consejo Regional de aquella época).
Este viejo bodegón, que es el edificio de ladrillos a la vista, conocida como el ex Adelco en calle 21 de Mayo con Boliviana, ha comenzado la larga espera (y desidia o desinterés de las autoridades regionales, sectoriales del Agro y edilicias) para que este proyecto, haya quedado sólo en ello, es decir en la adquisición del inmueble, por la que el fisco, con recursos que nos corresponden a todos los magallánicos, canceló alrededor de 660 millones de pesos, lo que incluía el diseño de arquitectura y especialidades que desarrolló por licitación pública un destacado arquitecto local.
A casi 10 años de esto, los horticultores tienen que seguir vendiendo en las “Ferias Gourmet (lo que puede ser muy bonito, pero es itinerante y no genera pertenencia y presencia corporativa en la ciudad). El edificio bodega que adquirimos hace 10 años, y que era para ellos (y nosotros como ciudadanos) hoy, por celo, desinterés, insensibilidad u otro interés subrepticio tiene a este hermoso y vistoso edificio, situado en una privilegiada ubicación, como bodega para el guardado y acopio de los vehículos de la gobernación regional. Es decir un proyectado potente Mercado de Abastos, donde tuvieran cabida los horticultores, las cooperativas y agrupaciones agrícolas, productores de mermeladas, encurtidos, ahumados y cuanta artesanía culinaria se produzca en la ciudad y región, no tienen espacio.
Debo decir, que el mismo día que se publicara la columna anterior (octubre de 2022), me llamó preocupado el director regional de Indap, donde le recalqué que, la columna de opinión, buscaba denunciar e informar, que se había elaborado un proyecto en favor de los pequeños horticultores (2015) y que se logró la mitad del objetivo (la compra del edificio y el diseño), pero luego por razones desconocidas o mañosas este proyecto se “borró” u “omitió”, provocando un daño para la gente que se supone es su foco, en la importante función de estimular y mejorar el agro local.
En tiempos aprendidos en pandemia y también hace décadas cuando todo se hacía más a “pulso” y “pulmón” por parte de nuestros padres, madres o abuel@s, la “quinta” y la “siembra”, fueron vitales para una economía de subsistencia arraigándose fuertemente en aquella época en nuestra cultura. La potencialidad en la inocuidad de nuestra pequeña y limitada agricultura por factores climáticos y, su corta estacionalidad, no deben sumar factores negativos, en la inacción e indolencia de autoridades temáticas, edilicias y regionales. Su fin, al fin debe ser el potenciamiento de la actividad agropecuaria y hortícola.
Una ciudad que se precie de tal, y puchas que Punta Arenas lo es, debe tener entre otras cosas y para lo que la columna nos atañe, un Centro Comercializador Hortofrutícola, complementando al Mercado Municipal y al Centro Artesanal, constituyendo un polo comercial y cultural, a metros de nuestro muelle turístico y a pasos del centro de la ciudad. Buscar excusas a estas alturas no es válido. Los agricultores locales siguen esperando.