Necrológicas

– Jorge Francisco Pérez González

– Ramón Sergio Mayorga Soto

– Manuel Segundo Mercado Gallardo

Pagando el pato

Por Arturo Castillo Cabezas Domingo 31 de Marzo del 2024

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Por estos días, la noticia del cierre de la Compañía Siderúrgica Huachipato S. A. ha sido una de las más notorias en el ámbito económico, debido principalmente al impacto en el empleo directo de unos 20.000 trabajadores, y uno indirecto que podría subir la cifra en un 50% según estimaciones, lo que sin duda es algo que no es llegar y pasar por alto, pero que viene a evidenciar los defectos y/o contradicciones del sistema económico, las políticas públicas y el desconocimiento de la relación entre ambas, por gran parte de la ciudadanía, incluyendo seguramente a los propios trabajadores que quedarán cesantes.

Esta empresa es una de las más de seis empresas del holding Cap, que son propiedad de la sociedad de inversiones Invercap, y que en el área minera se declara el mayor productor de mineral de hierro de la costa del Pacífico, siendo la siderúrgica la que se encarga de elaborarlo para transformarlo en acero, asunto en que nuestra región participa con la mina de caliza de isla Guarello, que es junto al carbón, el tercer insumo productivo. Es decir, si bien es una empresa importante dentro del holding, no es la de mayor peso, aunque sí la iniciadora del holding, ya que Cap se creó en 1947 por iniciativa -qué raro- de Corfo, inaugurando la usina en 1950. Su impacto en el desarrollo del área del Biobío y en la industria metalmecánica nacional es innegable.

Pero eso es historia, eran los tiempos en que el maldito Estado se metía en todo, y andaba creando industrias, construyendo hospitales, dando educación universitaria gratuita, y todas esas lacras que son propias de países que no conocían las leyes del mercado, nunca había oído ni de Adam Smith, y menos de Hayek o Friedman, y con un “per cápita” bastante más chico que el actual se ponían a gastar a lo loco. Hoy las cosas son distintas, y la mayoría vota porque así sea.

El cierre

La empresa dice que no puede seguir adelante, si el país no establece aranceles especiales o salvaguardas que le dicen, para hacer frente a la competencia desleal de las productoras de acero chinas, que los viene -según ellos- vapuleando hace 15 años, y tanto fue el cántaro al agua que se cabrearon y considerando que quince años de paciencia no era poco, pidieron al Estado, ese mismo que no debe meterse en nada ni andar creando regulaciones porque para eso está “la mano invisible”, que los proteja. Así las cosas, la comisión correspondiente -en Chile hay hartas, no sé por qué no las exportamos- decidió que la protección debía ser un arancel del 25% sobre el precio de exportación chino, lo que para Cap resulta insuficiente. Los expertos tienen opiniones divididas al respecto, pero hay hartos que dicen que la suerte ya está echada, y que si ese arancel no le basta a Cap, es porque sería una empresa ineficiente, y ya sabemos lo que la economía de mercado liberal dice que debe ocurrir con esas empresas.

El sistema chino

Detrás de esta circunstancia que algunos vemos por la tele, y otros sufrirán en persona, no está sólo una industria particular que tiene problemas, verlo así es de una miopía económica nada inusual. Lo que colisiona aquí, en forma palpable y evidente, son dos sistemas casi inconciliables de manejar la economía y su aparato productivo.

Para entenderlo muy someramente, pienso que puede ser útil para el lector, conocer al menos dos artículos de la Constitución de la República Popular China (distinta de la República China o Taiwán):

Artículo 6

La base del sistema económico socialista de la República Popular China es la propiedad pública socialista de los medios de producción, es decir, la propiedad de todo el pueblo y la propiedad colectiva de las masas trabajadoras. El sistema de propiedad pública socialista reemplaza la explotación del hombre por el hombre; aplica el principio de “de cada uno, según su capacidad; a cada uno, según su trabajo”.

Durante la primera etapa del socialismo, el Estado adhiere a un sistema económico básico en el que la propiedad pública es dominante pero diversos sectores de la economía se desarrollan conjuntamente, y el sistema de distribución de acuerdo con el trabajo es dominante, pero coexiste con varios modos de distribución.

Artículo 7

El sector estatal de la economía, es decir, la economía socialista bajo la propiedad de todo el pueblo es la fuerza rectora de la economía nacional. El Estado asegura la consolidación y el desarrollo del sector estatal de la economía.

Lo anterior puesto en una simplicidad casi brutal, quiere decir que cada vez que usted compra algo hecho en China continental, es todo el pueblo de ese país el que gana o pierde con la venta al precio a que vende. Ellos son los accionistas de toda la industria, y aquella parte que manejan privados, vía impuestos u otros gravámenes, también termina aportando a esos dueños: el pueblo de China. Contra eso está compitiendo Cap con su directorio, ejecutivos y accionistas, y las consecuencias no son menores.

El ”dumping”

Se llama dumping a la maniobra comercial que implica que alguien vende sus productos a un precio menor que el de la competencia, renunciando a utilidades, e incluso yendo a pérdida. Esta maniobra es esencialmente transitoria, porque como es obvio, nadie puede sostener su negocio de esa manera, y “hay que tener espaldas” para poder hacerlo. La idea simple es que de esa manera y por el tiempo necesario, mi competidor no venderá prácticamente nada, y si tiene menos espaldas que yo, simplemente va a desaparecer, momento en que vuelvo en gloria y majestad, y vendo al precio que quiera. Ejemplos tenemos muy cerca: la mayor línea aérea nacional hizo desaparecer la competencia que le había empezado a hacer una empresa de nuestra región, lo que terminó en un juicio que estableció indemnizaciones para la más chica, pero esta desapareció de ese mercado.

En este caso, un dumping de 15 años, como dicen varios economistas chilenos, es bastante increíble, más aún si hay otras empresas chilenas dedicadas al mismo rubro, que producen y venden desde China a precios similares para todo el mundo. Por otra parte, una consecuencia importantísima de mis citas constitucionales previas, es que el estado contable de resultados en China, siendo todo el pueblo dueño de todo, es prácticamente igual al Pib, y como sabemos, por muy alto que haya sido en términos de Pib, es muy pequeño en términos de margen de utilidad; por acá, que el Pib crezca X%, no quiere decir que mi empresa o la de al lado haya crecido eso, y por eso hay accionistas que cobran tremendos dividendos, y otros que se van a pérdida. Habría que entrar a explicar conceptos como plusvalía, acumulación de capital, costo socialmente necesario y otros, para no ser tan somero, pero el espacio y vuestra paciencia, no dan.

El sistema nuestro

Nuestro sistema de economía liberal de mercado es absolutamente distinto, de modo que esa absorción de utilidades o pérdidas por todo un país, acá no corre, pero es dable entender que si China ha sido la economía que más ha crecido en el mundo en los últimos 20 años y si no es la mayor pronto lo será, no es porque haya estado vendiendo a pérdida precisamente, si no que es porque toda China es un mismo negocio, que vende todo tipo de productos, en unos gana más, en otros menos, tiene el mayor mercados interno del mundo en términos duros, ya que India tiene mayor población, pero -por ahora- más pobre. El objetivo de una economía socialista centralmente planificada, particularmente en China, es que sus dueños no vuelvan a pasar hambrunas nunca más.

Y así volvemos a Huachipato: es perfectamente legítimo que usted estime que “con su plata no”, que sus fondos previsionales son sólo suyos, aunque los apuesten a la bolsa otros que no se hacen responsables de las pérdidas, es perfectamente legítimo que cuando usted vota por quienes le aseguran eso, es porque cree en el rascarse con las propias uñas, en que el Estado es ineficiente, y que con la empresa donde usted trabaja no se meta. Por lo demás, el Biobío es un área en que por razones parecidas desaparecieron Loza Penco, y todas las textiles que eran orgullo chileno, cuya maquinaria fue a parar a Perú, en el resto del país desapareció la industria del calzado, la armaduría de vehículos, y tantas otras cosas, gracias al sistema que seguimos votando. Lo que no es legítimo, al menos no es coherente, es que si usted vota por ese sistema, a la primera de cambio, salga corriendo para que el Estado, ese del que los demás también somos socios, venga y se meta para sacarle las castañas del fuego.

Eso sería tan desubicado como no entender que usted vive en el sistema que elige, en que después de que Cap anunció el cierre de Huachipato, sus acciones subieron un 6,63% en un día en que el Ipsa subió sólo un 1,32%. Vaya y estreche esa mano invisible del mercado.

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