Enfrentamientos allá y acá
Sin la presencia de la ministra de seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, se realizó en Santiago la ambiciosamente titulada primera “Reunión de Ministros y Altas Autoridades de Seguridad Pública y Crimen Organizado del Consenso de Brasilia”. La ministra Bullrich -incorporada al gobierno de Javier Milei, pese a haber sido su competidora en la elección- protagonizó poco antes un incómodo episodio con Chile cuando denunció la supuesta presencia en nuestro país de representantes del Hezbolah, uno de los brazos armados de la resistencia palestina. La réplica oficial fue que esas situaciones debían hacerse presente por canales diplomáticos y no a través de los medios de comunicación.
Este debate trajo a Chile de manera inesperada el conflicto de Medio Oriente.
Desde el inesperado ataque de Hamas en octubre pasado, se temió que la histórica tensión entre Israel y los países árabes llegara a ser un enfrentamiento global. Esta sensación se acrecentó luego de la brutal respuesta del gobierno de Benjamín Netanyahu contra Gaza. La escalada siguió con el asesinato de militares iraníes en Siria. Culminó cuando intervino Irán mediante una masiva represalia aérea de cohetes de largo alcance y drones contra Israel, replicada a su vez por el estado hebreo la semana pasada.
Irán no es un país árabe, pero sí es musulmán. Su gobierno es una teocracia cuyo líder supremo es el ayatola Alí Jamenei. Es también uno de los mayores productores de armas del siglo XXI. Las empleó contra el estado hebreo y, según los especialistas, aunque no pudo perforar el “domo de hierro” levantado por Israel, se consideró una alarmante demostración de su capacidad bélica.
En su momento, ambos enemigos reclamaron el triunfo. Pero abrieron también una etapa de suspenso mundial. En los últimos días, a pesar de los categóricos llamados a la moderación de las potencias occidentales, Irán e Israel han seguido, como dos bulldogs que se envían feroces mensajes de amenaza. El presidente de Irán, Ebrahim Raisi, reivindicó los ataques como “defensa legítima”, en respuesta al golpe aéreo de precisión que causó la muerte de siete altos oficiales de la Guardia Republicana. Por su parte, Israel Kattz, ministro de Relaciones Exteriores israelí, anunció una ofensiva diplomática. Y el secretario de Defensa, Yav Gallant, insistió en tono de advertencia que “los cielos de Medio Oriente están abiertos”, es decir, siempre puede haber nuevos ataques.
Aunque en nuestro continente la lucha es, sobre todo, contra la delincuencia organizada, hay quienes temen que las llamas de Medio Oriente y Rusia/Ucrania nos alcancen. Por eso la acusación de la ministra Bullrich tuvo un alto impacto comunicacional. En su momento, ella dio una diplomática explicación, pero se ha resaltado la presencia de Irán en América del Sur, un aliado de Bolivia y Venezuela. También ha llamado la atención la agresiva política del Presidente Milei en la Antártica y la compra de aviones de guerra F-16, avalada por Estados Unidos.
Estos bélicos titulares no fueron el motivo del encuentro de seguridad en Santiago. La reunión sirvió, sin embargo, para llegar a algunos acuerdos con el gobierno de Nicolás Maduro. Al cerrar la reunión, el canciller Van Claveren se mostró positivo. Dijo que “este encuentro también ha ayudado a descomprimir (nuestra) relación y lograr objetivos y resultados concretos y eso es lo que estábamos esperando”.
La duda es si los eventuales acuerdos se cumplirán o no.