Entretelones de la historia
¡Extraña decisión!
El Segundo Concilio de Letrán (año 1139) prohibió la utilización de la ballesta, bajo pena de excomunión. ¿El motivo? Se consideró que la ballesta es…“un arma infame ante Dios e indigna de los cristianos”.
Entonces, sólo se dispensaba su uso contra los infieles.
Una Iglesia con tres Papas
Hablar del Concilio de Pisa suena, de entrada, a cuchufleta, pero aquel Concilio que comenzó el 25 de marzo de 1409, el que intentó poner fin al famoso Cisma de Occidente, es cualquier cosa menos broma o humorada., pues se trató de uno de los más polémicos y animados que se recuerdan.
Se trataba de acabar con un problema grave: había dos Papas reinando en la cristiandad. Ahora, como sería la zalagarda que allí se armó, que cuando terminó el Concilio, en vez de dos Papas…¡había tres!
Como el Cisma de Occidente merece capítulo aparte, digamos por mientras que en el año que nos ocupa, 1409, la situación de la Iglesia pasaba de castaño a oscuro. Hacía treinta años que había dos Papas mandando en paralelo, uno desde Aviñón y otro desde Roma. Cada vez que se moría uno de los dos Papas, los cardenales de cada bando elegían sucesor, con lo cual el cisma seguía y se perpetuaba…y no se solucionaba nunca. Aquello era en verdad francamente insostenible…hasta que el Rey de Francia Carlos VI exclamó: ”¡Ya basta!”
La única forma de solucionar esto era retirar toda obediencia a los dos y deponerlos; y, por cierto, uno de los dos Papas era el español, Benedicto XIII, el aragonés, el Papa Luna.
Los cardenales de uno y otro bando se alarmaron ante el enojo del rey francés, depusieron sus diferencias un rato y se reunieron a ver qué hacían. De esta reunión salió el Concilio de Pisa. Hasta ahí estaba todo muy bien, pero resulta que el único que puede reunir un Concilio y firmar todo lo acordado es el Papa. Y como había dos y ninguno quería ceder el poder, aquel Concilio era como de utilería, harto poco serio.
Lógico, ninguno de los Papas contendientes iba a convocarlo para facilitar su expulsión. Los Papas se mantuvieron en sus trece (esta frase hecha procede precisamente de entonces, porque Benedicto XIII fue el que se mantuvo en sus ídem). ¿Consecuencia? El pseudoconcilio los declaró herejes, los separó de la Iglesia y eligió a otro Papa para sustituirlos: Alejandro V.
El hecho es que Alejandro V tuvo que buscarse otra sede, porque en Avignon y Roma seguían amarrados a la silla los otros dos Papas. Se fue a Bolonia, donde la mortadela, y allí pasó su pontificado sin pena ni gloria, hasta que lo envenenaron.
Los otros dos Papas siguieron peleados hasta cinco años más.