Un sueño cumplido: profesora magallánica llegó hasta el campamento base del Monte Everest
- La educadora compartió con niños de la escuela Hillary, ubicada en el pueblo Khumjung, que es considerada la más alta del mundo.
María Antonieta Ainol Rivera, de 49 años, es profesora de Educación Física del Colegio Miguel de Cervantes en Punta Arenas. Cumplió su sueño y logró llegar hasta el campamento base del Monte Everest, lugar en donde clavó la icónica bandera de la Región de Magallanes. También es bombera de la Primera Compañía, la Unidad de Rescate, hace más de 20 años y es instructora nacional del Cuerpo de Bomberos.
La expedición, que se prolongó durante doce días en la montaña, fue organizada por una empresa argentina especializada en llevar turistas al campamento base del Everest. Ainol Rivera fue parte de un grupo de seis chilenos, acompañados por montañistas de Argentina, Uruguay, México y Estados Unidos. Uno de los momentos más significativos para la docente fue el reconocimiento que recibió la bandera magallánica, que reconocieron varias personas extranjeras y la asociaron a las Torres del Paine.
A la educadora, desde niña le gustaron las actividades al aire libre y el trekking, así uno de los sueños que tuvo desde siempre fue ir al Everest como se le conoce en el mundo occidental o también llamado Sagarmatha, en Nepalí, lo que significa ‘frente al cielo’.
“Después vino la pandemia y los sueños quedaron hasta ahí estancados. El 2022, supe que había un chico que había hecho el viaje y él me recomendó ir con una agencia de viajes. Esta agencia solamente lleva a personas a hacer este trekking al campamento base del Everest y ahí pagué una parte para reservar el cupo”, comentó.
Ella es una persona muy activa, juega básquetbol y también practicó handball, entonces se mantenía en constante entrenamiento de alguna u otra manera. “En la parte física no tenía problemas. El inconveniente que sí tenía era que jamás había estado en altura. Entonces, acá estamos a nivel del mar y allá teníamos que estar a 5.300 metros, no sabíamos cómo iba a reaccionar mi cuerpo frente a una altura. Con el guía, tuvimos varias, varias reuniones oportunas con todos los que participamos de esta edición, ver toda la ropa que había que llevar, la alimentación, donde íbamos a llegar, los medicamentos que podíamos llevar, que no podíamos tomar medicamentos por nuestra cuenta, el agua que había que tomar y que no se podía tomar una ducha. Era una planificación de todos, de donde íbamos a llegar y un cronograma de todo”, recordó.
El recorrido es un trekking de mediana a alta dificultad porque va en altura subiendo, así que hay que prepararse para que el cuerpo tenga condición física y, ojalá, prepararse en cerros de altura, para ir viendo la reacción en esas latitudes.
La profesora explica que hay aldeas en el lugar. Entonces, puedes comprar agua o chocolate, frutas. “La misma gente de Nepal, que va a escalar el Everest, hace el mismo recorrido que hicimos nosotros, el mismo trekking, la misma subida. Entonces, están súper llenos de escalones, todo hecho con roca, el camino con barandas, muy bien cuidado. La gran mayoría del trekking está muy bien hecho porque los mismos aldeanos de Palí que bajan unos pueblos a comprar algo o bajan a la escuela y vuelven a subir, es como así, muy bien cuidado todo”, hizo ver.
Ainol comentó que el campamento base está a 5.360 metros de altura y que la gente acostumbra a ir a este lugar en primavera o en otoño, ya que la población se dedica al turismo local.
Los niños de la escuela Hillary
Después de los días en la montaña, María Antonieta Ainol Rivera tuvo la oportunidad de recorrer Katmandú, la capital de Nepal, y visitar áreas cercanas al Everest. Una visita destacada fue a la escuela Edmund Hillary, nombrada en honor al primer hombre en escalar la montaña. Se trata del colegio más alto del mundo.
La profesora llevó consigo una donación especial para los estudiantes de la escuela que consistió en set de lápices y gomas. “El director me hizo una bendición y me entregó una bufanda (khata) como muestra de agradecimiento”, contó emocionada.
“Mi idea era no sólo el trekking, la parte social era importante”, dijo la profesora, quien compartió con los niños de esta escuela, muchos de los cuales fueron abandonados. “Muchos niños abandonados viven toda su vida en el hogar y estudian en el colegio. Esa parte social, a mí, me dolió y me hizo como igual un clic de ver cómo algunos niños que están en la altura, en un lugar tan bello, igual están sufriendo el abandono y ahí surgió la intención de continuar apoyando”.