Mujeres al poder
En el siglo pasado, se popularizó la caricatura de México como un país caracterizado por la violencia. Pese a sus muchos cambios y a que hoy la violencia es de otro tipo, el panorama actual parece confirmar esa imagen: en el último sexenio -el periodo del actual Presidente- se han producido más de 185 mil homicidios, nueve femicidios por día y ha habido más de 40 mil
desaparecidos. En estos seis años han sido asesinados 92 defensores de derechos humanos y 43 periodistas. Según The New York Times, el mayor desafío para la presidenta recién elegida es el combate a la violencia.
Desafiando el estereotipo, México se ha convertido, sin embargo, en la segunda economía de América Latina, después de Brasil. Con entusiasmo, Valentín Diez Morodo escribió en El Heraldo de México el jueves pasado: “México es un actor cada vez más estratégico en la escena global. Con una sólida trayectoria comercial y un creciente atractivo para la inversión extranjera, nuestro país se ha consolidado como la novena potencia exportadora a nivel global”. Es, sin duda, un país plenamente incorporado a la economía mundial: exporta sus productos principalmente a Estados Unidos, Canadá y China, y compra en Estados Unidos, China y Alemania, en ese orden.
Sigue siendo, sin embargo, un país de duros contrastes.
Un 36,3 por ciento de sus 130 millones de habitantes está bajo los niveles de pobreza, incluyendo un 7,1 por ciento en pobreza extrema. Pero, al mismo tiempo, aunque tiene una tasa de desempleo de 2,7 por ciento, más de la mitad de quienes tienen trabajo lo hacen en la informalidad, probablemente por la gran cantidad de inmigrantes que pretenden llegar a Estados Unidos.
El otro estereotipo mexicano era, hasta este año, el machismo ancestral.
Como lo demostró la elección como Presidenta de Claudia Sheinbaum, una científica de alto nivel, la situación está cambiando. No hay que olvidar que su principal contendora también era mujer: Xóchitl Gálvez, ingeniera en computación. Lo complejo ahora es lo que viene.
Una comentarista opositora, María Amparo Casar, escribió en el diario Excelsior que Claudia Sheinbaum “ganó con una contundencia que, al menos yo, no preví. (algo) digno de la hegemonía priista (por el Partido Revolucionario Institucional, que prevaleció en México durante más de seis décadas) para, paulatinamente, dar paso a una democracia plural y, después a los gobiernos sin mayoría”.
Igual que el Cid en su última batalla en la que triunfó después de muerto, el Presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, ganó en este combate que él mismo ha asegurado que será el último. El 60 por ciento de los votantes lo hicieron por la continuidad de su gobierno y la consolidación de una Presidencia todopoderosa. Según la misma María Amparo Casar: “los mexicanos fueron convocados a decir un sí o un no a la continuidad y decidieron por el sí. No hay vuelta de hoja”.
Y concluye: “Claudia no engañó a sus votantes. El electorado… votó por la concentración del poder, por la desaparición de los contrapesos, por la opacidad, por la corrupción y por la aniquilación de la independencia del Poder Judicial. Votaron no por la pluralidad, sino por la mayoría calificada en las cámaras y en la distribución del poder territorial”.
Se solía decir que México era un país lejos de Dios y demasiado cerca de Estados Unidos. Habrá que ver lo que pasa ahora con una mujer en el poder.