Necrológicas
  • José Albino Ruiz Ruiz
Semblanzas de los tres embajadores de la nueva versión de la fiesta solidaria

Las resilientes historias de los nuevos rostros de las Jornadas por la Rehabilitación 2024

Lunes 15 de Julio del 2024

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Este año se celebrará la versión número de 37 de las Jornadas por la Rehabilitación en Magallanes. A lo largo de los años han visto cambios en sus enfoques, ampliación de públicos objetivos y también la transición que hubo de niño o joven símbolo a embajadores por la rehabilitación. Este último cambio, realizado para los 35 años, fue para representar la campaña solidaria que significan las Jornadas, puesto que son ellos quienes están en el día a día en los centros de rehabilitación y pueden dar a conocer el trabajo de los profesionales.

Para esta ocasión fueron tres los embajadores designados: Francisco Velásquez, Carmen Daniela Navarro y Simón Cisternas. Son tres historias que ahondan e inspiran por su fortaleza para seguir adelante con amor y resiliencia, valores fundamentales que simbolizan las Jornadas por la Rehabilitación en Magallanes.

La fotografía desde
la adversidad

Para Francisco Velásquez, la naturaleza ha sido siempre un refugio y su cámara fotográfica su compañera para capturar la belleza del mundo que lo rodea. Practicaba deportes con pasión y disfrutaba de la simpleza de la vida cotidiana con su madre en Punta Arenas. Sin embargo, llego un día en que un dolor inesperado en su extremidad marcó el inicio de una nueva etapa y duras batallas que cursar. El diagnóstico fue contundente: una enfermedad degenerativa que amenazaba con arrebatarle su movilidad y su independencia.

La enfermedad lo obligó a abandonar su trabajo como fotógrafo y dejar de lado actividades que amaba, trayendo consigo frustraciones e incertidumbre que lo marcaron, sin ver un horizonte claro. En ese contexto ingresó al Centro de Rehabilitación Club de Leones Cruz del Sur. Encontró apoyo y los profesionales le brindaron herramientas y acompañamientos para enfrentar su enfermedad con valentía y determinación.

En dicho establecimiento encontró no sólo el tratamiento médico y fisioterapéutico, sino una comunidad que comprendía sus sentires y lo animan a seguir adelante. Compartió experiencias con otros pacientes, aprendiendo de su fortaleza y resiliencia.

La alegría y el Parkinson

Carmen Daniela Navarro conocía el Parkinson sólo por los libros hasta que se convirtió en un inesperado compañero en su camino de vida. El diagnóstico no la desmotivó, su espíritu alegre la llevó a enfrentar la enfermedad con la pasión y energía que la caracterizaban.

Fue un temblor en las manos la que la alertó. Lo ignoró en un principio, atribuyéndolo a cansancio o estrés. Sin embargo los síntomas persistieron, se intensificaron y llegó el diagnóstico médico contundente. La enfermedad amenazaba con arrebatarle la fluidez de sus movimientos, la precisión de sus pasos y la espontaneidad de sus gestos.

Llevó a que el Parkinson fuera un desafío y no un obstáculo. Se convirtió en una voz activa en la comunidad de pacientes. Compartió su experiencia con otros, ofreciendo apoyo y consejos. Su positivismo y alegría han sido un bálsamo para sus compañeros de batalla.

La resiliencia de un
cuerpo desafiante

Simón Cisternas nació con una compleja enfermedad que lo privó de la capacidad de caminar y hablar. Pese a esto, su espíritu inquebrantable lo llevaron a continuar su vida con una mirada vivaz y una sonrisa contagiosa, con su familia y su madre como principal apoyo.

Con amor y paciencia le enseñaron a comunicar sus ideas y emociones de manera clara y precisa. Aprendió igualmente a desplazarse en una silla de ruedas. A pesar de sus limitaciones físicas, Simón quiso asistir a un colegio regular y compartir con otros niños. Esto se hizo realidad cuando fue aceptado en la Escuela Villa Las Nieves.

La integración no fue fácil, algunos niños lo miraban con curiosidad o con miedo, sin comprender su condición. Sin embargo, con su entusiasmo y sonrisa se convirtió en uno de los alumnos más queridos del colegio. Fue aceptado por sus amigos tal y como era, jugaban juntos en los recreos y compartían meriendas. Dejó de ser un niño con una enfermedad para ser un amigo más, uno especial con mucho que ofrecer.

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