Conflicto en Medio Oriente: ¿Guerra regional o comienzo de la 3raGM?
Hace un año, en este espacio, comentábamos acerca del brutal ataque del 7 de octubre por parte de Hamás a localidades del sur de Israel. El resultado fue más de mil 200 judíos muertos, además de 200 rehenes que durante este tiempo han corrido diferente suerte, considerando que de la mayoría no se sabe aún su estado o paradero. Tras el shock inicial, el Estado israelí movilizó sus tropas hacia Gaza para desplegar de manera implacable la caza del grupo terrorista, con el consiguiente costo humanitario de miles de vidas palestinas, en una tragedia sin precedentes.
Lo cierto es que el conflicto de medio oriente resulta de larga data y muy complejo de comprender, ya que son múltiples las aristas que conforman una enredada madeja de intereses políticos, sociales y religiosos. Y este polvorín que cada cierto tiempo enciende alguna mecha para después mitigarse momentáneamente, parece que desde hace un año sólo acumula mayor cantidad de material inflamable que promete estallar más temprano que tarde. La acción bélica se ha trasladado a diferentes frentes, pues si hay algo que a Israel le sobra son enemigos dispuestos a todo, lo que es especialmente delicado al ser un país geográficamente pequeño y con una reducida población.
Y es que, actualmente, se observa actividad bélica en Gaza contra Hamás, ante los Hutíes en Yemen y Hezbolá en el Líbano, siendo estos últimos probablemente el grupo paramilitar más articulado y poderoso del mundo, por lo menos hasta hace unas semanas. Y es que el ataque del 17 de septiembre por medio de explosivos en buscapersonas y posteriormente en walkie talkies (en una estrategia que no tiene nada que envidiar a James Bond), para después asesinar a su carismático líder Hassan Nasrallah; han dejado a Hezbolá en una posición de vulnerabilidad que no imaginaron. Pero estos ataques no resultan inocuos, pues esta semana hemos sido testigos de la respuesta de Irán, que ha lanzado entre 180 a 240 misiles balísticos a las ciudades de Tel Aviv y Jerusalén. En este ataque sólo murió un ciudadano palestino, lo que en diferentes fuentes informativas presenta interpretaciones distintas: mientras algunos alaban la “nobleza” persa de dirigir sus misiles sólo a blancos militares, evitando masacres de civiles; otros explican que las defensas antiaéreas como el Sistema Arrow, la Honda de David y la Cúpula de Hierro cumplieron con su cometido al proteger efectivamente a la población, habiendo mínimos daños a infraestructuras críticas. A pesar de esto, las autoridades israelíes aseguraron una respuesta ejemplificadora, la misma prometida por su contraparte en caso de producirse, lo que está llevando a una escalada cada vez más peligrosa, pues parece que la invitación está hecha para que se pase de una guerrilla a grupos específicos a enfrentamientos entre naciones.
Todo tipo de especulaciones se escuchan por parte de analistas internacionales, algunas más racionales, otras en que es imposible no evaluar la parcialidad hacia alguno de los protagonistas. Pero resulta innegable que sobrecoge la idea, para nada lejana desgraciadamente, que el “eje de la resistencia”, liderado por Irán y varias naciones antioccidentalistas, se enfrente a Israel y su gran aliado histórico: Estados Unidos, que tiene instalados en la zona 2 portaviones (como dato: sólo uno de éstos posee mayor poder de ataque que toda la fuerza aérea sudamericana).
Ante toda esta actividad, una repercusión inmediata ha sido el alza del petróleo, lo que se agravaría exponencialmente ante posibles bloqueos o, lo que es más grave aún, ataques a refinerías con el objetivo de infringir daños irreparables al enemigo. Todo esto con el telón de fondo nuclear cuyas proyecciones más vale sigan en el terreno de la elucubración.
Para finalizar esta columna de opinión escasamente positiva, pero la realidad no la escogemos necesariamente, quisiera dirigir la atención a dos figuras que reflejarán, con el tiempo, la pertinencia o exageración de sus intervenciones: el Secretario General de la Onu, Antonio Guterrez, que ha clamado “no se puede seguir así”, en lo que algunos analistas han denominado “un grito desesperado en medio del desierto”, ya que sólo ratifica la impotencia e ineficacia que presentan los organismos internacionales en busca de acuerdos. La otra figura es la del expresidente español, José María Aznar, que ha expresado: “si Israel no gana, la próxima batalla será en las costas del sur de Europa”, en algo que no deja de estremecer por la connotación globalista del conflicto. ¿Qué tan ciertas pueden resultar estas declaraciones?, sólo el tiempo lo dirá, mientras tanto, al igual que hace casi 100 años, seguiremos siendo testigos de “historia pura”.