Una crítica a los efectos de la minería en el río Loa cierra las exposiciones de 2022 en Sala Tierra del Fuego
- La exposición “ A la sombra de los algarrobos” del antropólogo Jorge Rowlands y del fotógrafo Gaspar Abrilot es resultado del proyecto fotográfico y etnográfico Fondart 2020 y 2021 que fue galardonado en el Salón de Prensa de Chile el año pasado.
Que Chile es un país con una política extractivista no es un secreto para nadie, por más que los efectos se quieran suavizar con cifras y supuestos beneficios para la población, aunque estos terminen llegando a un sector muy acotado. Pero basta afinar la mirada para notar las consecuencias de esta política y sus consecuencias negativas para el medio ambiente, que a su vez, termina afectando la calidad de vida de las personas. Es lo que se aprecia en la exposición “A la sombra de los algarrobos”, una selección de fotografías con la que la Sala Tierra del Fuego del Hotel Casino Dreams pone fin al 2022, un año de reencuentro con el público atento a las expresiones artísticas.
Los autores de la muestra son el antropólogo Jorge Rowlands y del fotógrafo Gaspar Abrilot, que a través de una veintena de fotografías, dan cuenta de la realidad del río Loa, uno de los más largos del continente con 440 kilómetros de recorrido, pero que ha sufrido por los efectos de la industria minera, sumado a la sequía propia del cambio climático. El proyecto surgió teóricamente en 2007 con la investigación antropológica de Rowlands y diez años después, cuando su primo Gaspar Abrilot finalizó sus estudios de fotografía, ambos analizaron la posibilidad de preparar algo juntos, tomando como base el registro en el desierto más árido del planeta.
“Nos interesaba buscar las formas de relación que tenían las comunidades de pueblos originarios con el río Loa y su ecosistema. Y al mismo tiempo, ver cómo la gran industria minera y el proceso extractivista en esta zona está generando descalabros medioambientales bien graves. Así decidimos hacer un segundo proyecto sobre el pueblo más árido del planeta, que es Quillagua. Entonces tenemos la problemática medioambiental de la cuenca y la puntualización de ella en un pueblo del desierto de Atacama”, explicó Abrilot. El resultado de estas iniciativas quedó registrado en dos libros.
Una fusión de ambos trabajos se puede ver en la exposición. “Quillagua es la última comunidad antes de la desembocadura del río Loa, una comunidad aymara donde se ven todos los impactos de lo que sucede en la parte alta del río. Cuando se saca agua desde las nacientes, las distintas vertientes y la contaminación que se va produciendo en la parte alta del río, todo ese impacto se ve en Quillagua”, resaltó, en tanto, Rowlands. Un paisaje con sectores del río secos, algarrobos muertos y las formas de traslado de agua por camiones aljibe “un negocio impactante”, describe el fotógrafo.
Un ejemplo impactante se aprecia en una de las fotografías, en que “una mujer aparece haciendo un ‘Pago a la tierra’ pidiendo a la pachamama recuperar el agua, junto a un muro que en el fondo es una estructura de regulación de agua”, describe Gaspar Abrilot.
El componente humano en esta aridez del desierto es destacada por el antropólogo: “Muchas veces se piensa que es un espacio vacío y no. El desierto está habitado por muchas personas, quizás con menos densidad, pero hay personas y comunidades indígenas que llevan miles de años en esta zona y, lamentablemente, el desierto ha sido tratado como un espacio para extraer riquezas, para impactarlo, sin considerar su riqueza natural, como aves, reptiles, zorros, vicuñas”, expuso Rowlands.
Otra imagen sobrecogedora muestra un toldo, “cuando hubo una sequía extrema en 2020, en la época de elecciones de alcalde, en que un candidato regaló piscinas para la gente… pero no había agua, ni en el río ni para las casas; la gente hizo manifestaciones, y el toldo está hecho con banderas de Estados Unidos, un país que ha marcado las directrices del bajo Loa, con todas las oficinas salitreras, entonces es una foto súper irónica, con mucho humor negro”, retrató Abrilot.
Ambos están por primera vez en Magallanes y permanecerán hasta el 5 de diciembre, por lo que esperan recorrer la región y continuar tomando registros, y obviamente, conversar con la comunidad sobre estos proyectos.