Magallanes a través de sus revistas: panorama de una colección (1916-1961)
El artículo pone en valor una poco conocida colección de revistas publicadas en Magallanes entre 1916 y 1961. Preservados por Esteban Scarpa y posteriormente donados por su hijo Roque al Museo Regional, en Punta Arenas, los 35 títulos estudiados de los cuales se conservan 146 ejemplares abarcan un amplio repertorio de temáticas, permitiendo acceder a las múltiples dimensiones de la vida y las dinámicas sociales de la región en la primera mitad del siglo pasado. También dan cuenta del notable desarrollo cultural que alcanzó la sociedad magallánica, en un contexto marcado por el aislamiento geográfico.
Definida como “revista semanal, literaria, artística y de información”, Ave de Paso (1918) emergió como una voz semanal que abordaba asuntos tanto locales como internacionales mediante noticias y análisis. Su enfoque en el panorama económico y político, y su interés por fomentar el comercio local revelan su intención de empoderar y educar a la comunidad. Su primer editorial, por ejemplo, reflexiona sobre el impacto de la aduana en Punta Arenas, servicio que se estableció en la región en 1912 con el propósito de “abrir nuevos mercados a las industrias del país y evitar el contrabando”; a juicio de los redactores, sin embargo, las restricciones que trajo consigo “la implantación del odioso organismo” ponían en peligro “la preponderancia comercial e industrial” de la ciudad chilena, “mientras que a nuestros vecinos le dan amplias facilidades y de todas clases” (“Volviendo a insistir. La Aduana de Punta Arenas”, 25 de agosto de 1918, p. 3). Casi medio siglo después, en 1961, se publicaron las revistas Austro y El Austral. En el caso de esta última, se observa una transformación tanto en el diseño como en la orientación de las crónicas, acercándose más al estilo periodístico contemporáneo y adoptando el enfoque de la pirámide invertida. La revista, dirigida por Guillermo Gálvez Rivadeneira y Selmiro Salgado, emplea varios titulares directos en su portada, en los cuales denuncia o critica situaciones de la realidad local. Uno de ellos reza, por ejemplo: “Magallanes establece récord de fracasos en exámenes de bachillerato”, fenómeno que los redactores atribuyen a que “el sistema utilizado por la Universidad de Chile perjudica a los postulantes” (Austro, 18 de febrero de 1961, p. 1). En las páginas interiores, el artículo se extiende sobre el costo de la prueba, revelando que estudiantes talentosos no pudieron rendirla debido a limitaciones económicas.
El Austral, en tanto, conmemora el aniversario de Puerto Natales, enfocándose en la historia y los personajes de la comuna. Combina fotografías, reportajes y columnas para narrar la evolución y contexto cultural de la ciudad. Dirigida por Amado Aguilar, presenta un formato más grande que las anteriores, subrayando la importancia de la narrativa visual en la transmisión de la historia local.
Las revistas La Alborada, La Primavera y Selecta, por su parte, ofrecieron una plataforma para la expresión artística y cultural de Magallanes. Publicada en 1912, la primera de ellas tuvo diez ediciones, con portadas a color y caricaturas. La Primavera, en tanto, se publicó anualmente para rendir tributo a la estación del renacimiento y celebrar la literatura y la belleza artística. El Museo Regional conserva tres de los cuatro números que circularon entre 1918 y 1924. La tercera edición, del 17 de septiembre de 1922, destaca por incluir dos poemas de Gabriela Mistral: “Cima ensangrentada” y “Joselyn Robles”, pertenecientes a su obra Desolación, escrita casi enteramente durante su residencia en Punta Arenas y publicada por ese mismo entonces en Nueva York.
Por su parte, Selecta (1923) se erigió como una plataforma para la literatura, lo social y lo deportivo, ofreciendo una combinación ecléctica de noticias y anuncios en sus páginas. Cabe advertir que, pese a compartir el mismo nombre y enfoque de contenidos, esta publicación impresa en Punta Arenas no guarda ninguna relación con la revista homónima creada por la editorial Zig- Zag en Santiago.
Paradójicamente, el aislamiento geográfico de Magallanes contribuyó al desarrollo de una sensación de singularidad cultural y, con ello, a la conformación de una marcada identidad local, como una respuesta organizada a un entorno que presenta desafíos únicos para la vida humana. Mateo Martinic plantea que dicho factor, inherente a la región, ha provocado un aislamiento psicológico en sus habitantes, el cual se ha traducido en un arraigo intenso al territorio, una identificación con la realidad local y un sentimiento de destino compartido.