Necrológicas

El arte de la dramaturgia en Magallanes

Miércoles 15 de Junio del 2022
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Víctor Hernández
Sociedad de
Escritores
de Magallanes

Parte I

Hace más de veinte años sostuvimos una conversación con el escritor Eugenio Mimica Barassi cuyo tema principal giró en torno a generar ideas para proyectos literarios, que nos parecía necesarios aplicar en el austro. Hablábamos de cómo recuperar el patrimonio bibliográfico y documental de Magallanes que se encuentra diseminado en archivos, bibliotecas y colecciones de particulares, en distintas regiones del país, incluso en el extranjero.

Mimica echaba de menos a los autores magallánicos que por razones de trabajo, de estudios, o por la búsqueda de mejores perspectivas para el desarrollo de su oficio literario, emigraban -como él mismo- del terruño. Se vivían los primeros meses del siglo XXI y por supuesto, que mi amigo y yo ignorábamos las profundas transformaciones que la revolución tecnológica del internet, las redes sociales, y las aplicaciones digitales iban a desencadenar en todas las áreas del conocimiento, la ciencia y la cultura, en los años venideros.

En un momento de nuestra conversación, Eugenio Mimica hizo esta observación: “En Magallanes se ha trabajado poco sobre dos géneros literarios: el ensayo y el teatro”. A nosotros nos sorprendió el comentario, y aunque aceptamos que, en el ámbito de la literatura de ideas o de interpretación, los cultores del referido ensayo hasta ese instante escaseaban en la región, nos pareció que la aseveración sobre el teatro era cuanto menos, excesiva.

Le hicimos hincapié a nuestro amigo que, en las décadas del 70 y 80 se celebraban anualmente los festivales escolares de teatro, sin olvidar, por cierto, a las pequeñas compañías independientes que existieron en Punta Arenas, algunas con sala propia, que funcionaron ofreciendo cada cierto tiempo estrenos que registraban buena afluencia de público. Recordemos, que, con anterioridad, la sede regional de la Universidad Técnica del Estado confirió gran importancia a la labor de su Departamento de Extensión y Comunicaciones, donde surgió un innovador taller literario y se fundaron, -como veremos en estas crónicas- varios grupos teatrales que representaban regularmente sus montajes en distintos escenarios de la región.   

En este punto, nos parece oportuno hacer la distinción. El teatro, a diferencias de los otros géneros literarios, el poético, o el narrativo, nace para ser representado. Se escribe una obra o un libreto, luego se escogen los actores y actrices para finalmente, reproducir lo que dice ese libreto a un público determinado.

Es decir, el que escribe teatro no tiene por qué ser necesariamente el que representa la obra o el que la dirige. En este sentido, la puesta en escena de una obra teatral se asemeja mucho a la realización de una producción cinematográfica. Es aquí, en este punto de comparación, donde comprendemos la crítica de Eugenio Mimica. En Magallanes siempre hubo -y ahora con mayor frecuencia-, una gran actividad teatral, lo que faltó o falló fue el conocimiento de la dramaturgia como género literario. Los grandes cultores, los que escribían teatro, aquellos que incorporaron en la forma y en el fondo de sus obras elementos históricos, sociales, o políticos, -Domingo Tessier, María Asunción Requena o Andrés Pérez, por citar algunos nombres-, casi siempre habían partido de Magallanes al norte del país o al extranjero, donde pudieron perfeccionarse en academias, en institutos de arte o en los teatros universitarios que comenzaron a crearse en Chile a contar de la administración del Presidente Pedro Aguirre Cerda (1938-1941).

Es lo que intentaremos reseñar en las próximas líneas, agregando en las semanas siguientes, una síntesis de la historia del teatro en nuestra región y cuatro semblanzas de grandes dramaturgos magallánicos, reconocidos ampliamente por su trabajo literario, que incluso ha traspasado nuestras fronteras nacionales, pero que permanecen en el olvido en la tierra que les vio nacer.

Primera época del

teatro en Magallanes

No está claro cuando se inician las actividades dramatúrgicas y de representación en nuestra región, principalmente porque es muy difícil rastrear lo que acontecía en Magallanes antes de 1893, por la inexistencia de medios periodísticos que informaran de noticias locales con cierta periodicidad.

El incendio del edificio de la gobernación ocurrido a fines de noviembre de 1887, (siniestro que originaría la creación del Cuerpo de Bomberos de Punta Arenas), significó la pérdida invaluable de valiosa documentación de la etapa en que Magallanes fue colonia penal, e incluso, de los comienzos como territorio de colonización.

A propósito de aquello, el escritor José Perich Slater redactó una semblanza histórica para el centenario del dominical El Magallanes, publicado por La Prensa Austral, el 28 de agosto de 1994 donde recuerda que los primeros gobernadores se empeñaron en conmemorar las Fiestas Patrias haciendo participar a los relegados y sus familias en competencias pedestres y de carreras hípicas. Coloca como ejemplo, la festividad de 1870 en que, con motivo de cumplirse 60 años de la constitución de la Primera Junta de Gobierno, el gobernador Oscar Viel Toro introdujo una innovación en relación, a las celebraciones de años anteriores. El programa contempló la realización de un campeonato de chueca, el tradicional juego mapuche.

“Don Jorge Osorio, entregó a la comisión organizadora varias pelotas obtenidas de boleadoras de aborígenes y bastones que habían confeccionado los confinados del cuartel. Las pruebas se efectuaron en la Avenida Colón, desde el Pantanal. Los pobladores seguían a los jugadores en su recorrido, algo temerosos para no recibir un pelotazo. El día 19 se entregaron premios frente al cuartel participando en el acto la esposa del gobernador, quien, vestida a la usanza huasa, llevaba un poncho blanco con ribetes tricolores. Igualmente, oficiales de la artillería de marina cooperaron premiando a los participantes”.

El informe de Perich nos revela los indicios de una práctica que, en lo sucesivo, sería habitual en la comunidad puntarenense. Los festejos por el aniversario de la Patria o por la llegada de un nuevo año, se efectuaban con juegos populares, bailes típicos o con un carnaval de disfraces.

Cuando se cumplieron cincuenta años de la toma de posesión del estrecho de Magallanes, algunos vecinos de Punta Arenas decidieron formar un cuadro artístico. Al respecto, el académico Ernesto Livacic Gazzano en su “Historia de la Literatura de Magallanes”, nos brinda la siguiente reflexión:

“La variedad de colonias de inmigrantes, la abundancia -proporcional- de población flotante por efecto de las numerosas embarcaciones que llegaban a la zona -sobre todo, antes de la apertura y auge del canal de Panamá-, la escasez de otras entretenciones, son algunos de los factores que concurren a una temprana e intensa actividad teatral”.

A continuación, Livacic nos comparte este dato esencial:

“En efecto, ya en 1894 nace en Punta Arenas la primera compañía de actores aficionados. Preparan y presentan en el salón de la Primera Compañía de Bomberos el drama romántico “El puñal del Godo”, de José Zorrilla, obra estrenada en España en 1843. El apenas incipiente periódico El Magallanes hizo una quemante crítica, sancionando la osadía de los actores por aventurarse con una pieza histórica tan difícil”.

A su vez, el comentario al que alude el académico, lo hallamos en una edición del referido impreso, a principios de mayo de 1894 en donde leemos:

“La función teatral del lunes pasado a beneficio de la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos tuvo un regular éxito y ha dejado alguna utilidad a esta institución. Por aquello de que el fin justifica los medios no hablaremos de las dotes artísticas de los aficionados que han prestado su cooperación a ese espectáculo: se trataba de una obra de beneficencia y muy laudables por consiguiente deben considerarse los esfuerzos hechos por esos artistas improvisados para agradar al público. El clown de la función o mejor, la parte amena, tocó al prestidigitador Cerpini, cuyas asombrosas pruebas hacían reventar de risas a la alegre concurrencia”.

Ernesto Livacic concluye diciendo: “Se aprecia desde fines de siglo pasado, en Magallanes, el afincamiento de una sostenida actividad teatral (esto es, en el arte de la representación). En cambio, es bastante más tardío el desarrollo de la dramaturgia (es decir, la creación de textos dramáticos)”.

En aquel entonces, por lo menos desde 1890 a 1900, las actividades artísticas, y celebraciones sociales que involucraba a diversas instituciones del pueblo, se realizaron invariablemente en el salón de actos de la Primera Compañía de Bomberos, ubicado en la vereda norte de calle Roca esquina plaza Muñoz Gamero. En la página 192 del volumen 2 de su “Censo general del territorio de Magallanes”, (1908) Lautaro Navarro Avaria nos dice:

“El cuartel de bomberos fue además el centro social único de Punta Arenas en aquella que podemos llamar lejana época, pues, aunque en realidad han transcurrido pocos años, ha sido tan asombroso el progreso de la ciudad en todo sentido que se recuerda como un sueño. El vasto salón de material era el que servía, en aquellos años, por ser además el único de la ciudad, para actos oficiales como distribuciones de premios a los alumnos de las escuelas públicas en las festividades patrias, conciertos, bailes, salón de espectáculos cuando solía venir alguna compañía teatral, etcétera”.

A medida que fueron construyéndose los palacios y los grandes edificios de estilo europeo ubicados en el casco histórico que circunda a la plaza Benjamín Muñoz Gamero, el poblado experimentó también, un notable cambio de fisonomía, simbolizado en la actividad artística con la inauguración del llamado Teatro Colón.

El lujoso recinto, mandado a erigir por José Menéndez con el objeto de habilitar una gran sala para que, en primera instancia, las familias acomodadas pudieran disfrutar de espectáculos dramáticos o líricos, fue diseñado por el arquitecto francés Numa Mayer. Poseía 150 plateas, 24 palcos bajos, 24 palcos altos, un balcón con 120 butacas y una galería con similar capacidad. La primera piedra del edificio se colocó el 27 de marzo de 1897 y la inauguración oficial ocurrió el 1 de junio de 1899, con la venida de una compañía lírica italiana para estrenar la ópera “Lucía de Lammermoor” de Gaetano Donizetti, con libretos de Salvatore Cammarano y un elenco conformado por cuarenta artistas, en que destacaba la interpretación de la soprano Frida Ricci.

La inauguración del coliseo coincidió con la dictación del reglamento de teatros, aprobado por la Junta Municipal de Magallanes, el 7 de junio de 1899, que regulaba en los más mínimos detalles los espectáculos artísticos. Se incluía un articulado completo para la censura que facultaba a la comisión de alcaldes para que, en la primera sesión de enero, nombrara a un censor de obras, que contaba con las atribuciones de revisar las producciones que se presentarían en el territorio y de informar al gobernador cuando hubiese prohibido la representación de algún espectáculo, porque su lenguaje o argumento ofendiese la moral, las buenas costumbres, el decoro público o pretendiera alterar la tranquilidad pública.

Al poco tiempo, el establecimiento pasó a llamarse “Teatro Menéndez”, hasta que la comisión de alcaldes decidió a principios de 1905, comprar la edificación, lo que se materializó en febrero de ese mismo año. A contar de allí, pasó a llamarse “Teatro Municipal”.

En lo sucesivo, este gran salón fue testigo de la presencia de grandes compañías de zarzuela, o de óperas llegadas al austro desde Europa, que hacían escala en Buenos Aires. Por lo general, solían quedarse un mes o más, ofreciendo conciertos para luego, emigrar por vía marítima a Valparaíso.

El circo, preámbulo

del teatro obrero

El 14 de mayo de 1893 se fundó en Punta Arenas la Sociedad de Beneficencia Portuguesa de Socorros Mutuos, la primera de un total de quince, que, en las próximas dos décadas, surgirían en el austro.

En noviembre de ese año 1893, se creó una de las instituciones mejor organizadas y con mayor número de socios: la Sociedad Cosmopolita de Socorros Mutuos, que tuvo un importante Bien Raíz, adquirido a principios de 1901, ubicado en calles Armando Sanhueza esquina Waldo Seguel, con varios salones, que fueron el epicentro de grandes justas deportivas, como campeonatos de boxeo, patinaje artístico; salas de biógrafo y de cine y también el espacio donde se fundaron varias agrupaciones obreras y cuadros artísticos.

A fines del siglo XIX y comienzos del XX el tráfico de naves por el estrecho se incrementó notablemente. Muchos barcos recalaban en los muelles de nuestra ciudad, y no era extraño que llegaran principalmente desde Europa, algunas compañías circenses, como el circo “Rafetto” que luego de ofrecer una temporada de funciones ocupando a veces, el salón de la Primera Compañía de Bomberos, o un sector de la Avenida Colón, sus integrantes se las ingeniaran para constituir con trabajadores locales, un centro obrero, el 21 de marzo de 1897, que llegó a contar con una sede social ubicada en calle José Nogueira, entre Errázuriz y Balmaceda.

En el capítulo 2, página 20 del libro “La Masacre en la Federación Obrera de Magallanes”, del periodista Carlos Vega Delgado, aprendemos que aquella institución fue la primera en conmemorar en la región, el 1 de mayo, día del Trabajo, con una velada en que asistieron gran cantidad de miembros y algunos invitados.

Posteriormente, el 18 de enero de 1903, se fundó en dependencias de la mencionada Sociedad Cosmopolita, la Unión Internacional de Obreros de Punta Arenas, entidad que llegó a conformar un grupo teatral, una estudiantina y proyectó la formación de una filarmónica de obreros. En el citado libro de Vega Delgado, se asegura, además, que en el salón del Centro Internacional de Obreros se creó en Chile con el nombre primigenio de Cuerpo de Asistencia Pública, y que, por decreto del 13 de mayo de 1905, el gobierno de Germán Riesco Errázuriz aprobaba los estatutos y concedía personería jurídica a aquella institución, con el nombre de Cruz Roja de Magallanes.

De lo anterior, se desprende que varias de las organizaciones obreras poseían, en los albores del siglo XX, salones de actos que ocupaban regularmente para reuniones como, para actividades literarias y de representación de sus cuadros artísticos. Era el contraste con lo que ocurría en el Teatro Municipal y su pomposa cartelera de espectáculos con cuadros y operetas al más puro estilo europeo.

Aquellas diferencias se acrecentaron en Punta Arenas cuando se fundó la Federación Obrera de Magallanes (Fom) el 18 de junio de 1911 y más tarde, adquirió un amplio inmueble en calle Errázuriz entre Avenida España y Armando Sanhueza, habilitado como sede social, que en su interior dispuso de una importante biblioteca e imprenta y un gran teatro con foyer, platea e hilera de palcos, al que denominaron “Regeneración”.

En este salón, precedida por el cuadro artístico de la Fom, se explayó, en noviembre de 1914, disertando ante trabajadores y sus mujeres, la activista española y precursora de los movimientos feministas, Belén de Sárraga, autora de obras como: “Conferencias sociológicas y de crítica religiosa, dadas en Santiago de Chile en enero y febrero de 1913” y “A través de un continente. El anticlericalismo en América”, de 1914. En el invierno de 1916, sería el turno del líder obrero chileno Luis Emilio Recabarren (continuará el próximo domingo).