“El Conde”
Guillermo Muñoz Mieres
Periodista
Chile, 2023
Director: Pablo Larraín
Protagonistas: Jaime Vadell, Alfredo Castro, Gloria Munchmayer y Paula Luschinger
En Netflix
Augusto Pinochet, el militar que lideró una dictadura en Chile por 17 años, ha sido personaje en presencia y en ausencia del cine chileno. Sea desde el documental o la ficción, cualquier relato acontecido bajo su régimen trae a la imaginación su figura, porque fue cabeza y rostro, y eso, el cine extranjero que hablaba sobre nuestro país en aquel periodo lo resumía de manera simple: el Chile de Pinochet.
El actor francés Henry Poirier fue el primero en representarlo para “Llueve sobre Santiago” (1975) del exiliado Aldo Francia, una versión del golpe de Estado con un Allende cayendo acribillado bajo la metralla militar y en cámara lenta, mientras que otras apariciones eran breves y con pocos matices, a veces casi invisibles como en “Cicatriz” (1996) y “Matar a Pinochet” (2020), ambas sobre el atentado que sufrió en 1986, porque allí lo importante era la misión y lo que iba dentro de esa limusina blindada.
Ahora es la oportunidad de Jaime Vadell para interpretarlo, un actor que fue opositor a su régimen, pero al que no se le caen los anillos hacerlo, porque es de la vieja escuela, ha sido rostro del cine chileno por 50 años y alguna vez hizo de su ministro en “No”, la película de Pablo Larraín sobre el plebiscito de 1988. El actor y director se vuelven a reunir en “El Conde”, donde Larraín lleva la figura de Pinochet a los terrenos de la mitología de Drácula, lo convierte en un chupasangre de capa caída, viejo, retirado y encima acusado de ladrón. Alguna vez, como hace 250 años, fue Claude Pinoche, un vampiro que al ver caer a Francia bajo la guillotina revolucionaria, decide combatirla donde sea, incluso hasta en un país perdido en el fin del mundo y “sin rey” llamado Chile. Ahora solo quiere morir porque está cansado, extraña sus viejos tiempos y odia a su mujer y a sus hijos porque, sin ser vampiros, son más chupasangres que él.
La película es de gran factura visual y está contada en un expresionista blanco y negro con un paisaje lúgubre, frío y brumoso y que puede resultar familiar a los magallánicos porque fue filmada en una vieja estancia de San Gregorio. Hasta allí llegará Carmen, una religiosa joven y atractiva que ha sido elegida para practicarle un exorcismo a Pinochet y en ese arte dicen que es la mejor de todas.
Se trata de una película híbrida, quizás excesiva en su guión, pero con buenos personajes y actuaciones que mezcla como en licuadora la sátira con la comedia negra, el folletín político, la estética del cómic y sobre todo del vampirismo, donde a pesar que Pinochet sea el protagonista, detrás suyo hay uno mayor que se llama Drácula y de verdad tiene la jineta de Conde. Por allí quizás algún homenaje a “El Padrino”, al “Batman” de Tim Burton, pero sobre todo a Chile, ese país que no se sabe si Larraín odia o ama tanto.
“El Conde” puede ser el aporte de Pablo Larraín a los 50 años del Golpe de Estado como se ha dicho y podría ser esta hasta la razón por la que obtuvo premio al mejor guión en el Festival de Venecia, pero la figura de Pinochet ha estado presente en su cine, sea en el ambiente represivo y psicópata de “Tony Manero” (2008), la morgue purgatorio de “Post Mortem” (2010), como el candidato a derrotar en “No” (2012) e, incluso, en los sacerdotes retirados de “El Club” (El Club).
Y ahora en “El Conde” lo convierte en figura principal porque en el terreno de la ficción se puede contar sobre quién sea y desde el punto de vista que se quiera. Y en este caso, Larraín lo hace sobre Chile y Pinochet, porque aunque tenga o no la película clara, le cuesta separar a uno del otro.